El camino hacia el triunfo de los/as estudiantes.

Esta mañana, Manfred Svensson, nos ha presentado una interesante columna, que problematiza en torno a la acusación constitucional, que derivó en la destitución del ministro Harald Beyer. La pregunta que ronda es si esto es un triunfo del movimiento estudiantil. Creo que lo que señala Manfred (recomiendo leer su columna), tiene un alto grado de verosimilitud. Efectivamente, en muchos de estos casos nos encontramos con la “política chica”, aquella llena de consignas vacuas, con copy-paste incluido, con ofensas y llorones/as incluidos/as. Entre otras cosas, el fantasma de Yasna Provoste, ex ministra de educación, destituida por la otrora oposición, estuvo muy presente en el hemiciclo el día de ayer. O la obviedad planteada por Carlos Larraín acerca de la guerra que se ha desatado. Digo esto, porque ya hace años atrás, Michel Foucault dio vuelta la vieja consigna de Carl von Clausewitz, señalando que la política es la continuación de la guerra por otros medios. Lo que resulta evidente, toda vez, que nuestra institucionalidad fue (re)fundada mediante un golpe militar, acto que a la sazón cumple 40 años. Digamos, dignidad otorga, que no fue la Concertación, precisamente, la autora de la tesis del “desalojo”.

Pero la pregunta es: ¿es esto un triunfo para el movimiento estudiantil? ¿Cambiarán las cosas luego de la destitución de Harald Beyer? Si uno se dejara llevar por los ciento cuarenta y seis caracteres del pajarito azul (me refiero a Twitter, por si acaso), para algunos puede sonar a derrota y para otros a triunfo. Y eso desde la exultación misma. Pero habría que preguntarse, qué tan representativo es Twitter, en tanto red social con un mayor componente elitario. Eso muestra que la realidad es construida por comunidades de sujetos, quienes con sus conceptos, la performan. Eso está demostrado por el triunfo simbólico del movimiento estudiantil, en relación al concepto de “lucro”, el cual desde el 2011 se ha instalado en las culturas políticas chilenas como sinónimo de algo negativo, tanto así, que incluso las universidades más privadas entre las privadas se venden como “sin fines de lucro”. A diferencia de Manfred, considero que la discusión del lucro estuvo presente ayer, no sólo en varias de las alocuciones de los senadores, sino también en las galerías, en el ojo escrutador de representantes del movimiento estudiantil.

Sin querer parecer autoflagelante, porque creo que se trata de una constatación desde la “política real”, creo que es sumamente relevante decir que el movimiento estudiantil del 2011 ha sido derrotado. Hay triunfos simbólicos como el del concepto lucro. A su vez, en la rica asociatividad manifestada en asambleas, foros, conversaciones en patios y pasillos de colegios y universidades, en las marchas masivas (jamás imaginé estar con más de cien mil personas en la calle principal de la capital marchando por un cambio sustantivo en el sistema educativo), en los actos culturales. Esa ganancia, en términos simbólicos ha chocado, constantemente con el silencio cómplice de la clase política civil. Lo que, sin lugar a dudas, genera desgaste en la movimientalidad. Porque la rebaja al 2% en la tasa de interés del CAE qué es, sino una manifestación del pensamiento hegemónico de la “nueva forma de gobernar” que ve a los estudiantes como consumidores y no como actores políticos que reclaman un cambio estructural. Los interlocutores están hablando en sintonías distintas, y de ahí el malestar, manifestado en aquello que ha sido denominado como “el despertar de la sociedad”.

Ahora bien, cuando hablo de derrota, lo hago desde la corta duración. Tendremos que ver, con el paso del tiempo, si esto conduce a una derrota del movimiento estudiantil, y de otros actores sociales, en la larga duración. Porque nos falta ver, aún, si los/as estudiantes logran sacar provecho de sus triunfos simbólicos en el nivel conceptual y relacional, si logran instrumentalizar el triunfo en la esfera del consumo (porque aún no tenemos educación gratuita, pública, laica, democrática y de calidad), y si logran operativizar la relación y acción política con aquellos actores que han politizado la abstención electoral. Y también el triunfo político de ayer. Porque aunque algunos vean la venganza por lo hecho a Provoste, Beyer habría llegado al final del mandato de Piñera como ministro en la cartera de educación, si los estudiantes y otros actores de la sociedad civil no estuvieran en las calles gritando su desprecio al lucro y a la violencia del Estado de Derecho sobre quienes tienen menos, pero son los más. Y, en ese sentido, Manfred Svensson, desde otra sintonía tiene razón. Twitter y otras manifestaciones comunicacionales son profundamente reactivas (por no decir reaccionarias), lo que da cuenta de la necesidad de mayor politización. Desde la historia puedo decir que nada del pasado se repite, pero que esta coyuntura tiene mucha similitud con el movimiento político-social que emergió a fines del siglo XIX y principios del XX, y que en una larga jornada, avanzando por la consecución de derechos civiles y laborales, junto a un Estado Social Benefactor, y la configuración de organizaciones políticas ad hoc a las necesidades de los pobres del campo y la ciudad, llegaron a su clímax con la elección de Salvador Allende y el período de la Unidad Popular. Y ahí, como profesor de historia, señalo algo que digo constantemente a mis compañeros/as estudiantes: hay que seguir movilizados, activamente, no sólo en las calles, sino en las aulas, en los patios y pasillos, en las conversaciones, en las casas. En otras palabras, en la cotidianeidad. Sólo así, podremos caminar hacia un triunfo en la “larga duración”.

Luis Pino Moyano.

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