Amistad, bella palabra. Bella palabra que no todos entienden. Bella palabra que muchos contaminan. Pienso en ese tipo de amistad, la amistad entre comillas, esa que está contaminada por la mera satisfacción individual y de repente viene a mi mente un relato bíblico. La historia de Amnón hijo de David, un rey del que habla la Escritura. Amnón estaba enamorado de su media hermana Tamar. El muchacho no sabía qué hacer, y allí apareció un oportunista, un amigo de esos entre comillas. El amigo se llamaba Jonadab. El relato dice en una versión popular de la siguiente manera:
Amnón tenía un amigo muy astuto, llamado Jonadab, que era hijo de Simá, hermano de David. Un día Jonadab le preguntó: —¿Qué te pasa, príncipe? ¿Por qué estás cada día más desmejorado? ¿No me lo vas a contar? Amnón le respondió: —Es que estoy enamorado de Tamar, la hermana de mi hermano Absalón. Entonces Jonadab le aconsejó: —Métete en la cama y hazte el enfermo. Y cuando vaya a verte tu padre, dile que, por favor, mande a tu hermana Tamar para que te dé de comer y prepare alguna comida allí mismo, para que tú la veas y comas lo que ella te dé.
Si seguimos la lectura, nos encontraremos con un relato doloroso. Amnón hizo caso a su amigo Jonadab, se hizo el enfermo y cuando Tamar fue a darle de comer la forzó abusando de ella. El texto bíblico dice que luego de dicho acto, el odio con que la odió fue mucho más grande que el amor que un día le tuvo. Tiempo después, Absalón hermano directo de Tamar, se venga y mata a Amnón. Cuando uno piensa que la historia ha terminado se abren nuevas aristas.
Pero quiero detenerme en Jonadab. La Biblia regularmente cuando habla de la astucia la liga a una característica: la búsqueda de dañar a otros. De Jonadab se dice que era astuto y vaya que lo era. Armó el plan perfecto para que Amnón consiguiera lo que su cabeza irresponsable y corrupta lograra sus propósitos. Jonadab es como muchos amigos que pueden acercarse a ti, en distintos momentos de tu vida, buscando que consigas el «derecho a ser feliz», constructo que obnubila la mirada en relación a nuestros semejantes, del daño que puedes causar. Daño que fractura amigos, familias, comunidades, seres queridos, y a ti. Mi pregunta es: ¿Te comportarás como Amnón, con su pusilanimidad, con su pasividad, dejando que otros te digan lo que tienes que hacer? ¿Prestarás tu oído a conversaciones que te conducirán al lodo del fracaso? ¿Dejarás que tus amigos entre comillas terminen destruyéndote?
El proverbista dijo en una ocasión que habían caminos que al ser humano le parecían derechos, pero su fin era la muerte. Más adelante señaló que el avisado mira bien sus pasos, mas el necio se muestra insolente y confiado. Jonadab trazó para su amigo un camino de muerte. Pero fue Amnón el que se mostró insolente y confiado y transitó voluntariamente por él. Marchó por dicho camino, cavando para sí una tumba en la que se autosepultó en vida, mucho antes de que Absalón vengara a su hermana deshonrada.
La Biblia en varias ocasiones valora positivamente la amistad. De eso no caben dudas. Pero hay amigos entre comillas a los cuales debes combatir. Y no sólo con ellos, contigo mismo, para no dejarte influenciar por el qué dirán. Recuerda que el amor, el de verdad, no busca lo suyo propio, no se goza de la injusticia, sino que se goza de la verdad. Deja de lado a los Jonadab que mil veces te rodearán, y por favor, encarecidamente, no te comportes como Amnón.
Un abrazo, Luis…