Vi esta foto mientras daba una vuelta por Twitter y me impactó. De hecho, me parece excelente la protesta. Esto, porque de verdad me duelen las imágenes del niño llorando con la gorra de su padre. Está bien que protesten. Pero dirijan bien su protesta. Resulta aberrante que busquen como objetivo de su protesta al Instituto Nacional de Derechos Humanos o, en su defecto, a los flaites. No es hacia ellos a quienes debieran dirigir su protesta señores carabineros y señoras carabineras.
Protesten contra el Estado Nacional y sus altos mandos que no les dan las condiciones necesarias para hacer su labor de orden (no de militarización). Son ellos los que no hacen nada para detener la premura del cumplimiento de la parte final del juramento que hicieron. Digámoslo de una vez: no están rindiendo la vida por cuestiones necesarias.
Protesten contra su institución que les paga sueldos miserables y que les brinda un sistema de salud paupérrimo, al nivel de la salud pública, y que hace perennes las diferencias de clases entre oficiales y rasos.
Protesten contra la funcionalización de sus armas, que oprimen y persiguen sólo a un sector de la sociedad, y no a los delincuentes de cuello y corbata que han defraudado al Estado y a la gente una y otra vez. Dejen de criminalizar la protesta social, que antes que estuviese la escoba en el país con uno tras otro acto de corrupción, llenó las calles de estudiantes y trabajadores/as denunciando al modelito que genera dichos actos.
Protesten contra los altos mandos que acosan y agreden sexualmente a las funcionarias de carabineros, tal como quedó en evidencia en un reportaje de «Informe Especial» del año pasado.
Y por favor, ojalá que si se vuelve a repetir que sus esposas salen a protestar por mejoras laborales para ustedes, no las repriman, apliquen los principios de la «desobediencia civil».
Obvio que nos duele cuando un ser humano es asesinado. No hacemos ni debiésemos hacer diferencia entre humanos y derechos de cada cual. Es más, es por ello que nos duele nuestra historia reciente. Porque no hay que olvidar que fue el pueblo el que cantaba en los setenta una hermosa canción que decía: “La bandera y sus hijos / si se respetan / son para defenderla / con diente y muela. / Con diente y muela, sí, / y el uniforme / mantenerlo al servicio / de un pueblo noble”.
Lamentablemente, hace mucho rato perdimos la ingenuidad ahistórica. Hoy esperamos una recomposición del tejido social, hechos concretos, argumentos con correlato empírico. Jamás tabla rasa. No más cuentos ni mitos en lugar de historia y memoria.
Sí, no más.
Luis Pino Moyano.