El día 16 de agosto de 2015 tuve la hermosa posibilidad de compartir la Escritura con la hermandad muy querida de Iglesia Santiago Apóstol (iglesia anglicana en Santiago centro). Estoy muy agradecido del Pastor Cristóbal Cerón por la invitación y por los hermanos y hermanas que siempre muestran cariño y buena disposición.
Dicho día, hablamos de «El Magníficat», el bello y potente canto de María, registrado en Lucas 1:46-55.
Respecto a María: Creemos todo lo que la Biblia dice acerca de ella. Una mujer joven, descendiente de David, comprometida y luego esposa de un carpintero llamado José, que fue virgen hasta el nacimiento de Jesús. Siguió obedientemente a Jesús (“hagan todo lo que él les diga”, en las Bodas de Caná), inclusive estando a los pies de la cruz. Integró la iglesia primitiva. Fue humilde, devota, con una vida de mucha profundidad espiritual y dada a la meditación.
Respecto a su canto: Se le conoce así por la primera palabra de este canto en la Vulgata, lo que se traduce como “engrandece” o glorifica”. Se trata del canto de una mujer que asume la voluntad de Dios más allá de los riesgos. El himno está saturado de citas del Antiguo Testamento y sigue la pauta del cántico de Ana (1ª Samuel 2:1-10). El canto está alimentado por la acción de Dios en la historia. A su vez, María elogia los prodigios de Dios en la historia a causa del niño que lleva en su vientre. Este canto nos habla de atributos que nosotros disociamos: amor y justicia, como si estos fueran contradictorios entre sí. El canto de María no disocia los atributos de Dios, sino que alaba a Dios por su amor, manifestado en la gracia del Salvador y la fidelidad del Pacto, y la justicia manifestada de su Reino.
El audio del sermón fue compartido en la página de ISA y puede escucharse haciendo clic aquí.
También pongo a disposición los apuntes del sermón, los que puede descargar aquí.
Un abrazo, Luis Pino Moyano.