Una amiga, en medio de la preparación de un asado dieciochero, me hizo la pregunta: “- Si tú no eres nacionalista, ¿qué celebras en estas fechas?”. Y pensándolo bien, esta es mi mejor respuesta.
No celebro la patria ni las glorias de institutos armados. Nada de eso es mío, nada de eso me representa.
Pero tampoco celebro a los grinch, que despotrican desde su moral anquilosada, sobre todo a esa febril revolución que comienza los lunes y termina los viernes.
Y no celebro lo último, porque si hay mucho que celebrar. Y si una fecha permite hacer un alto, ¿qué nos impide ocuparla desde un sentido transformador?
Celebro a los chilenos y chilenas que día a día se sacan la mugre trabajando por llevar un mejor mañana a sus hijos e hijas, hijos de este terruño.
Celebro a los obreros, campesinos, intelectuales, estudiantes, militantes y no, todos y todas quienes lucharon, muriendo por la vida, y a quienes siguen haciéndolo, a pesar de los golpes de la vida, por el sueño de un país.
Celebro a los y las estudiantes, especialmente a mis estudiantes, “porque son la levadura del pan que saldrá del horno con toda su sabrosura” (Violeta Parra).
Celebro por nuestros artistas, cantantes, poetas, narradores, pintores, cineastas y actores, porque nos permiten ver en sus representaciones alegrías y desdichas, incertidumbres y esperanzas.
Celebro a los viejos, aquellos que todavía se visten para la ocasión y nos recuerdan la importancia de la mesa familiar.
Celebro la cueca, la empanada, el asado y el vino tinto, porque nunca son en soledad, sino siempre en amistad.
No celebro lo oficial, celebro lo nuestro, lo no-dictado ni enseñado, pero si lo aprendido y amado.
Y ojo, respeto al que no celebra nada, porque piensa y cree que no hay nada que celebrar. De la misma manera respeto al que cree y piensa que hay que celebrar todo.
Mi punto parte desde otra premisa: efectivamente, las cosas son, pero las cosas también cambian. Y no tengo que esperar la toma del palacio de invierno para celebrar de otra manera. Si otros celebran la nación y su construcción elitaria, allá ellos. Mi vida no consiste en hacerle feo e ingrato su andar a la gente.
Vivan los chilenos y las chilenas.
Luis Pino Moyano.