La imagen rota y el daño de verdad.

¿Estoy a favor del movimiento estudiantil? Qué duda cabe. No sólo lo he dicho, sino que he estado compartiendo con ellos en la búsqueda de una educación gratuita, de excelencia, laica y profundamente democrática. Veo las imágenes de hoy, y puedo, porque conozco, disociar a la amplia mayoría de estudiantes de quienes causaron daños hoy. Sé que estudiantes no-creyentes tienen el coraje, desde sus posiciones, de respetar las creencias de quienes somos cristianos.

 Soy cristiano protestante y si no fuera porque estudié y estudio la historia de América Latina y la tarea digna de una serie de curas en la promoción de justicia, no tendría mucha empatía con el catolicismo romano, y si no fuera por las conversaciones con Carlos Parada, probablemente, sería más iconoclasta de lo que soy. Por ende, no es desde el apego a la imagen rota, que no es objeto de mi culto, desde donde hablo.

 Me apena e indigna que sujetos que contravienen lo acordado en asambleas, que desprestigian con sus actos al movimiento estudiantil, que no entienden que ética y política para quienes aspiran un horizonte mejor es una cuestión indisociable, realicen actos de destrucción como éste. ¿Afecta a los que lucran con la educación, o con los que toman las decisiones desde el bloque en el poder? ¿Beneficia la lucha estudiantil? Hace mucho rato venimos insistiendo en el utillaje de estas acciones. Vi un meme que ponía la imagen de miles de manifestantes de hoy al lado de esta imagen, manifestando la sospecha de que en los medios aparezcan más minutos de lo último que de lo primero. A esta altura del partido, ¿de verdad les sorprende? Esto es algo que los que salen “a dejar la patá” [sic] alguna vez deben entender: los discursos y los actos tienen efectos performativos, y siempre la espectacularidad roba la atención de lo que no es inédito o sencillo.

 Esta muestra de intolerancia religiosa, que uno ve en fascistas o en movimientos como ISIS, afecta sólo a dos grupos de personas: a los fieles y humildes devotos de dicha iglesia y al movimiento estudiantil. O sea, a los derrotados de siempre, a los que luchan y luchan día a día, desde las calles o sus puestos de trabajo, por un mañana mejor. ¡Es hora de que entiendan esto! ¡Por favor! Por el bien de la causa estudiantil.

Y dejen de repetir tonteras sin sentido. “La religión es el opio del pueblo” es una referencia qe debe ser leída en todo su contexto, el de la “religión del valle de lágrimas” que criticaba Marx y no desde el panfleto repetido vomitivamente[1]. En Chile, a diferencia de otros países de la región, la Iglesia Católica fue una tenaz defensora de los derechos humanos alienados a parte importante de la población. Es esa institución la dañada. Y sí, hay curas pedófilos y toda la otra monserga: ¡esos curas deben ser condenados! Pero esos curas no son las comunidades eclesiales, no son los fieles feligreses que asisten a la misa diaria, no son aquellos que todavía se esfuerzan por vivir una fe de manera coherente con sus vidas cotidianas.

 ¡Ah! Y la tontera de que en ese lugar se celebró el Te Deum del ‘73. Es cierto. La iglesia tuvo que cambiar el lugar porque Pinochet y la Junta no quisieron ir a la Catedral de Santiago. Pero hagan la pega de leer la homilía del Cardenal Silva Henríquez, que era de la orden religiosa de quienes presiden la Iglesia de la Gratitud Nacional, y vean si hubo algún intento de justificación de la tiranía. O vean las palabras de los participantes. Helmut Frez, pastor luterano, fundador del Comité Pro Paz, primera institución que defendió a los represaliados de la dictadura señaló: “Aunque no he hecho nada, al final de este servicio, estoy bañado en transpiración. Así de penoso es para mí. También sé por qué estado tan tenso. Yo había temido que la ‘alabanza a Dios’ se nos pudiera ir de las manos y se pervirtiera en ‘alabanza del golpe’. ¡Gracias a Dios no se llegó a eso!”[2]. Entonces, por más que busquen un símbolo del autoritarismo en ese templo no lo van a encontrar.

 Todo esto es resultado de la acción de «continentes sin contenido». De los autoritarios de la crítica vacía y sin sentido.

 Mi repudio total.

 Luis Pino Moyano.


[1] Léase directamente, sin la mediación de manuales: Karl Marx. Crítica de la filosofía del derecho de Hegel. Santiago, Ediciones Clinamen, 2009.

[2] Helmut Frenz. Mi vida chilena. Solidaridad con los oprimidos. Santiago, LOM Ediciones, 2006, p. 136.

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