Cuando soñamos con crear el Núcleo de Estudios Fe Pública, nos propusimos como uno de nuestros objetivos el difundir el pensamiento reformacional y, junto con ello, pensar en dicha clave el momento presente. Esas dos ideas estuvieron muy presentes en mi mente cuando escribí el artículo “Pensar, vivir y trabajar en la sociedad con los ojos puestos en el Soberano. Una lectura a Abraham Kuyper”, para el libro “Ni un centímetro cuadrado. Una introducción al pensamiento reformacional”.
En ese afán es que me propuse, pensando primariamente en lectores del amplio mundo evangélico, realizar, en primer lugar un esbozo biográfico de Kuyper, retratándolo en múltiples facetas, para luego explicar algunos ejes temáticos de su producción, tales como: la posibilidad del calvinismo como cosmovisión (una visión del mundo y un sentido de la vida), el aporte del concepto de soberanía de las esferas, las nociones de democracia-derechos-y-justicia, y la expresión de una política en tanto acto concreto de espiritualidad que no pierde de vista al Soberano: Jesucristo. Esa es para mi la idea fuerza más profunda de Kuyper: El soberano no es la esfera, un sujeto o una institución, el soberano en sí, por sí y para sí dentro de esta visión del mundo y de la vida es el Señor Todopoderoso. Nada ni nadie está sobre él. Si esto se pierde de vista, se termina generando una concesión a visiones secularizadas que reclaman la autonomía, sea de individuos o de colectivos sociales. Y esa concesión no sólo es teórica, sino, por sobre todo, espiritual (cita directa de mi artículo).
Y es aquí donde me parece relevante, en medio de una coyuntura electoral, recordar que el neocalvinismo se erigió en respuesta tanto a los ideales de la Revolución Francesa como al pensamiento liberal en sus múltiples vertientes (política, filosófica, económica, teológica) y al incipiente movimiento socialista. Y allí las preguntas caen de cajón: ¿Ante cuales revoluciones del presente el neocalvinismo lanzará su crítica? ¿Cuál será su propuesta para el presente? En todo ello, la tarea será más que ardua. Lo que sí puedo señalar, a modo de spoiler de mi propuesta interpretativa de la obra kuyperiana, es que en el pensamiento y acción políticos reformacionales no hay cabida para el totalitarismo ni el individualismo ni el mercantilismo ni el clericalismo.
A su vez, estamos en el mundo cristiano en medio de las celebraciones de Adviento, que no sólo nos hacen prepararnos para la navidad, sino que nos recuerdan nuestra condición de peregrinaje y extranjería en la tierra, mirando hacia el futuro trazado por Cristo. Kuyper, en noviembre de 1891, en la inauguración del Congreso Socialcristiano señaló: “Surgió una luz en Belén y se percibió en el Gólgota un grito de alguien muriendo y despertando una nueva esperanza para el pueblo. No una esperanza como es vista en los moldes de hoy, en la cual quieren hacer del Cristo de Dios un reformador social. Salvador del mundo es su título de honra. Un cargo mucho más sublime, superior y rico”*. En medio de contingencias como las que vivimos en Chile hoy, y que venimos viviendo desde hace dos años, treinta años y hasta cincuenta años, quienes somos creyentes cristianos, más allá de nuestras opciones políticas y electorales, válidas y legítimas si son hechas libremente y en conciencia de virtudes y limitaciones proyectuales, hacemos bien en no olvidar que la esperanza que no defrauda se encuentra en aquél que nació en Belén. Eso es lo que nos hermana y no otra cosa. Y esa rehabilitación de la “amistad cívica” en la pluralidad de voces en diálogo, será, sin dudas, una importante contribución al debate público que nuestros lectores y lectoras no creyentes agradecerán.
Luis Pino Moyano.
* Abraham Kuyper. O problema da pobreza: a questão social e a religião cristã. Rio de Janeiro, Thomas Nelson Brasil, 2020, p. 105 (traducción propia).