Tesis sobre Pedofilia: cuando el discurso justificador se confunde con constructo teórico. 

No es extraño que tesis del año 2016 o del 2020 no sean discutidas de manera inmediata. Son cientos de tesis, año tras año, que quedan en el olvido de archivos virtuales o en anaqueles de biblioteca llenos de polvo, a no ser que en un acto de persistencia de quienes las escriben, se difundan en diversos soportes. Aún así, el público que accede a ellas, sigue siendo limitado. Lo extraño, es que sus propuestas se visibilicen y se discutan en las redes sociales, por personas ligadas a la academia o por la ciudadanía de a pie que decide entrar al debate con mucha pasión, a veces muy alejada del mundo en que se producen este tipo de documentos. Algo tiene que pasar para que esto ocurra. La propuesta tiene que llamar de tal manera la atención que un grupo amplio decida discutirla. 

Eso fue lo que ocurrió este fin de semana, especialmente en la red social Twitter. Dos tesis realizadas en la Universidad de Chile, fueron objeto de la discusión de quienes participan de esa plataforma virtual. La propuesta de sus autores, no sólo llamaba la atención, sino que tienen un carácter que impiden la neutralidad en el acercamiento. Es imposible no posicionarse cuando es la niñez la que se ve en riesgo, cuando los mínimos éticos de la sociedad son obnubilados con sofismas de baja calaña. No es posible ser neutral frente a la pedofilia, sobre todo después de la conciencia generada por las acciones en búsqueda de justicia contra sacerdotes como Karadima o Precht en Chile, o después del movimiento #MeToo y su irradiación por el mundo completo. Al 2022 existen más herramientas y se visibiliza un amplio campo de experiencias en la lucha para erradicar las prácticas abusivas de lo micro a lo macro. 

Es desde ahí que no deja de producir escozor, rabia e incluso asco las propuestas teóricas de Leonardo Arce en “Pedófilos e infantes. Pliegues y repliegues del deseo” (tesis para optar al grado de Magíster en Estudios de Género y Cultura en América Latina, que tuvo como profesora guía a Olga Grau); y la de Mauricio Quiroz en “El deseo negado del pedagogo: ser pedófilo” (Tesis para optar a la Licenciatura en Educación Media con mención en Filosofía y para el título de profesor en la misma disciplina [con estudiantes del ciclo Media, ¡plop!], que tuvo como profesora guía a Marcia Ravelo). Cuando comenzaron a aparecer los pantallazos y en un contexto en el que las fake news son pan cotidiano, muchas personas se preguntaron si estas tesis existían de verdad, y bueno, es allí donde aparecen los links del repositorio virtual de tesis de la Universidad de Chile, en el que se podía hacer lectura de las tesis sin la mediación de otras personas. 

Los pedófilos serían personas de “deseo culposo” que deben exorcizar las culpas de amar a quienes aman, lo que se traduce en niños y niñas de “deseo inquieto” que podrían ser tocados “sin miedo ni culpa”, para conformar el par indisoluble de pedófilo-infante. Que los mejores maestros respecto de la infancia pueden encontrarse en quienes “se encuentran enamorada de ella”. Que la negación del acceso sexual a las infancias es una negación de su potencial erótico, de la que urge su reconocimiento y valoración renovada en tanto “otra vertiente plausible dentro de la comunicación entre infantes y adultos”. Todo esto es parte de lo que plantea Arce. Por su parte, Quiroz postula una tesis de suyo grotesca: él considera que la pedagogía guarda dentro de sí el oculto deseo pedofílico respecto del estudiantado. En este caso, citaré textualmente la parte final de su conclusión: 

“Hoy no es difícil para un alumne encontrar fotos, videos de un profesxr erotizando su cuerpo en redes, incluso haciendo porno. El auge del trabajo virtual  y la pedagogía en redes sociales nos obliga a les profesores a preguntarnos sobre nuestra sexualidad: ¿Qué sucede si un alumne se masturba con mi cuerpo virtual? ¿Qué dice de mí, un adulto y profesor, si no dejo de producir porno a sabiendas que alumnes míos lo ven? ¿Hay allí algún deseo pedófilo? ¿Debo recluir aún más mi sexualidad disidente en post [sic] de la sexualidad? ¿Secuestrar el deseo? Internet no solo asegura lo anónimo de un cuerpo sino lo intemporal, les cuerpos no parecen tener edad en lo virtual. 

Dicho todo esto y llegados a este punto, respondamos por fin a la pregunta de Schérer planteada al principio de este texto ¿Qué relación guarda la educación con la pederastia y la pedofilia? Deseo de producción sexual del niñe, pero también del adulto. La educación se ha construido imitando al amante de niñes, pero siempre negándolo. La historia de la educación es una historia de la pedofilia negada”. 

Leo esto y no puedo dejar que incluso entre mis estudiantes de Enseñanza Media encuentro más argumentación que en todas las oraciones lanzadas al voleo por Quiroz. Tanta vulgaridad en un producto académico, para torcer la realidad, al nivel de preguntarse, ante la realidad plausible de la producción de contenido erótico o pornográfico por personas adultas, si acaso hay un deseo oculto por mostrarse frente a quienes son estudiantes, en vez de preguntarse por actos de una voluntad responsable por poner límites en los accesos a las plataformas virtuales propias en relación a menores de edad, y en el cuidado que reconoce la escasa privacidad de lo que circula en el espacio virtual. Y, por cierto, la vulgaridad argumental y perversión de la realidad que considera que el acto de amor necesariamente conlleva el impulso erótico. No hay posibilidad de amar fraternal o amicalmente en una lógica como esa. Como profesor por más de doce años en el sistema escolar me rebelo contra una lógica que entiende que la cercanía con el estudiantado necesariamente niega el reconocimiento del rol en un acto de ocultamiento de la pulsión erótica pedofílica. 

Y lo más importante, me rebelo contra ambas propuestas, puesto que esto que Arce y Quiroz llaman “amor” tiene que ser entendido como abuso de poder. Esa atracción erótica de parte de estudiantes o menores de edad respecto de una persona adulta, que hace que dicho sujeto de derechos vea al otro más grande, poderoso, bello, inteligente de lo que es es una sublimación propia del estar dentro de un círculo de violencia. Justificar a quien se aprovecha de su poder para satisfacer sus deseos egocéntricos es comportarse como Errázuriz y Ezzati frente a los curas pedófilos que estaban bajo su autoridad. Estas tesis operan de manera similar a los discursos negacionistas respecto de las violaciones a los derechos humanos. Son acicate y sostén de la vulneración de los derechos de personas humanas que necesitan un cuidado prioritario: niños, niñas y adolescentes. Es una grosera ofensa a la conciencia cualquier otra mirada. 

Por eso, es grave que el Decanato de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile el día de hoy haga una declaración en la que se señale a la letra: “consideramos que las investigaciones aludidas corresponden a trabajos académicos de corte puramente teórico, que no reportan intervención sobre poblaciones humanas, y que, incluso habida cuenta de lo discutible de su contenido, cumplieron con los requerimientos del proceso de evaluación académica, según lo que está exigido por las comisiones académicas que en su momento tuvieron a cargo la tarea respectiva”. Ya. Es cierto, que en las tesis relacionadas con el campo de las humanidades y las ciencias sociales se evalúa el levantamiento de un problema de investigación y de una hipótesis, junto a la coherencia del desarrollo argumental establecido por éstos a lo largo de la tesis, sin juzgar las conclusiones a las que llega quien realiza la investigación. ¡Pero hay mínimos éticos! ¿O se va a sustentar un buenaondismo de la no-intervención cuando se plantean cuestiones que son gravosas para nuestra sociedad? ¿Cómo quienes fueron profesoras guías de estas tesis se mantuvieron en dicho rol durante el proceso conociendo los alcances de estas investigaciones? ¿Cómo en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile no se hizo nada al respecto cuando en esos mismos años profesores fueron objetos de funas por prácticas de abuso o acoso a estudiantes? ¿Cómo la conciencia del abuso, concreta y contemporánea, no hacen nada? ¿Por qué prestarse para afianzar estos bodrios? ¿Desde cuándo en el campo de las Humanidades y las Ciencias Sociales se volvió al positivismo que sustenta la asepsia académica? ¿O la separación del científico del político al estilo Max Weber? Este tipo de investigaciones se sustenta en la mayoría de las ocasiones en la ensoñación de un mundo, de un horizonte de expectativas, y no simplemente en el cumplimiento de un requisito académico, pues quien mide siempre modifica lo medido. Tesis vulgares. Pero tristemente, también, un comunicado paupérrimamente vulgar del decanato. 

No puedo dejar de decir lo siguiente: en mi cotidianidad me relaciono y trabajo con personas que sustentan ideas que son motejadas como progresistas, llámense, personas de izquierdas, que van de un marxismo crítico al anarquismo, feministas, personas que reivindican a las diversidades sexuales, ecosocialistas, etcétera. No conozco a nadie que sustente el tipo de visión que se releva en las tesis de marras. Por otro lado, como trabajador de la educación soy profundamente partidario de una Educación Sexual Integral, que no sólo enseñe cuestiones relacionadas con el cuerpo, sus órganos, las relaciones afectivas y eróticas, sino también el autocuidado y la prevención de prácticas abusivas. Nada de lo planteado puede ser especializado como propio de un sector político, so pena de caer en la bajeza de aprovechar las circunstancias en el debate político. Lo que hay acá es una mirada radicalmente individualista que pierde de vista a la comunidad. Una mirada que no entiende que las personas humanas no somos puro deseo y emociones, sino que en un carácter integral, también somos intelecto y voluntad. Siempre podemos tomar decisiones. Allí, se hace una necesidad pertinente y constante ser conscientes del poder que tenemos, para que conscientemente podamos ocupar dicho poder sin dañar a otras personas. 

El abuso no es amor. Es todo lo contrario. Es el odio que desprecia la humanidad. 

Luis Pino Moyano.


Anexo:

Tesis en PDF: “Pedófilos e infantes. Pliegues y repliegues del deseo”.

Tesis en PDF: “El deseo negado del pedagogo: ser pedófilo”.

Edición posterior, 27-12-2022, 16:45 hrs.

Por fin apareció un comunicado institucional en el tono que correspondía, esta vez de la mano de la rectora Rosa Devés. Esto hace necesario que, siendo la Universidad de Chile una institución pública, y que la temática reviste una grave connotación pública, los resultados del sumario instruido y de los nuevos procedimientos de salvaguarda ética para que investigaciones que hagan apología de cualquier tipo de práctica abusiva no se vuelvan a dar en el tiempo, requieren que sean reportados de manera pública. Se trata de la Universidad de Chile, no de cualquier centro de estudios. 

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La cifra exacta.

Primero fueron las respuestas dubitativas ante el periodista Tomás Mosciatti. Luego el tema de las 1.000 UF y después los 400 mil millones de dólares. Cifras erróneas en medio de entrevistas y debates y que hacen sonar las alarmas de quienes claman por datos correctos, por la cifra exacta. No me cabe ninguna duda que el candidato Gabriel Boric y sus asesores económicos en la campaña presidencial tienen más que claro que éste es el punto débil, el que ya fue detectado por quienes de aquí en adelante sentirán la compulsión de pillarlo. Y, por lo tanto, será necesario estudiar más, sea leyendo o recibiendo clases de su equipo económico, de tal manera que ese factor no termine perjudicando su campaña. 

Pero salgamos por un momento de la superficialidad del vídeo recortado y del meme chistoso, para adentrarnos en dos asuntos que, a mi juicio, son relevantes de ser tenidos en cuenta, a saber, la relación de un presidente con los datos y la educación con la memorización. 

Literalmente, un presidente es uno que preside, y si bien es cierto en la nomenclatura tradicional republicana se ocupa como término intercambiable al de “Jefe de Estado”, quien preside es más bien un “primus inter pares”, uno que está primero en un rol, pero que no deja de ser parte de un equipo. Es quien guía los procesos, que demarca principios y prioridades, que construye equipos en quienes delega tareas adecuadas a las especialidades de quienes los conforman. En términos koselleckianos, el campo de experiencias de un gobierno es construido por las personas que trabajan en distintas áreas y, a partir de él, un presidente puede demarcar y guiar el camino hacia un horizonte de expectativas. Un presidente no tiene que saber, necesariamente, todos los datos. Es deseable que esté muy informado, pero su tarea no es la de memorizar datos y cifras, sino presidir a quienes tienen la tarea de descubrirlos, relevarlos y/o aplicarlos. 

Un presidente no tiene que saber todos los datos, porque nadie sabe todos los datos. Hubo un dictador en Chile que decía que ni una hoja se movía en el país sin que él lo supiera y, años después, no dudó en desentenderse de su responsabilidad y conocimiento para culpar a sus subalternos y librarse del castigo a sus graves delitos. Piñera es un presidente que sabe casi todos los datos, a modo de tabla de multiplicar. Una capacidad loable por cierto. Pero no necesariamente la capacidad que requería nuestro país a la hora de presidir de manera posterior a la crisis. Prueba de ello, es que la crisis de la institucionalidad en un régimen presidencialista fue salvada por el parlamento, en el que el candidato que no conoce todas las cifras jugó un rol fundamental, más allá de lo que dicha acción política podía costarle en su propio partido, en su coalición y en una masa que exigía ante todo radicalidad y no la mesura republicana. 

El otro elemento relevante a ser tenido en cuenta y, que hasta ahora no he visto que se plantee a propósito de esta situación, tiene que ver con la relación entre proceso educativo y memorización. Gabriel Boric es el único candidato a la presidencia de Chile que siguió estudiando en el colegio de manera posterior a 1997 (seis años en total, los dos últimos de la Básica y la totalidad de la enseñanza media). ¿Y esto qué tiene que ver? Tiene que ver, toda vez que en 1997 se desarrolló una reforma educacional que, entre otras cosas, dejó de lado la mnemotecnia como recurso fundamental de la educación. Se decía que no había que aprender como loros, memorizando y repitiendo datos y cifras que no se habían aprehendido, asimilado, reflexionado y problematizado. De hecho, sólo como dato de la causa, en mis once años como profesor de Historia y Ciencias Sociales en Educación Secundaria nunca he preguntado en una prueba por una fecha, pues lo que interesa es que un estudiante pueda describir, explicar, reflexionar e interpretar por sobre todo procesos en los cuales son los actores sociales quienes tienen la preponderancia y no la fecha de un acontecimiento. Si recuerdan las fechas es una variable que se añade a lo que importa. 

A su vez, y de manera más reciente, cada vez más, existe conciencia de los diversos tipos de inteligencia que desarrollan las personas. Y es que somos diferentes: algunas personas desarrollan mayormente una inteligencia lingüístico-verbal, otras la interpersonal, otras la corporal-cinestésica, otras la lógico-matemática, otras la naturalista, otras la intrapersonal, otras la visual-espacial, otras la musical. El poseer una inteligencia distinta no te hace ser más o mejor persona, sino simplemente diferente. Igual en dignidad pero diferente en personalidad, y cada persona debe ser valorada por lo que es en ambas dimensiones. ¿Por qué medir entonces a los candidatos y la candidata desde un sólo tipo de inteligencia? 

La sola preocupación por el dato o la cifra memorizada y repetida puede llevarnos a seguir eligiendo, ocupando la cara metáfora de Luis Le-Bert, al tesorero del curso, cuyo conocimiento técnico puede ser reconocido y valorado, pero que no tiene, necesariamente, la única ni última palabra. 

Por ahora, me quedo con las palabras del Astrónomo al Principito: “Si les he referido estos detalles acerca del asteroide B 612 y les he confiado su número es por las personas mayores. Ellas aman las cifras. Cuando les hablas de un nuevo amigo, no te interrogan jamás sobre lo esencial. Jamás te dicen: ¿Cómo es el timbre de su voz? ¿Cuáles son los juegos que prefieren? ¿Colecciona mariposas? En cambio, te preguntan: ‘¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos son? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?’. Sólo entonces creen conocerle. Si dices a las personas mayores: ‘He visto una hermosa casa de ladrillos rojos con geranios en las ventanas y palomas en el techo…’, no acertarán a imaginarse la casa. Es necesario decirles: ‘He visto una casa de cien mil francos’. Entonces exclaman: ‘¡Qué hermosa es!’. / Si les dices: ‘La prueba de que el principito existió es que era encantador, que reía, y que quería un cordero. Querer un cordero es prueba de que existe’, se encogerán de hombros y te tratarán como se trata a un niño. Pero si les dices: ‘El Planeta de donde venía es el asteroide B 612’, entonces quedarán convencidas y te dejarán tranquilo sin preguntarte más. Son así. Y no hay que reprocharles. Los niños deben ser muy indulgentes con los mayores”*.

Luis Pino Moyano

* Antoine de Saint-Exupéry. El Principito. Santiago, Pehuén Editores, 2001, p. 9. 

¿Educación cívica sin política?

Por muchos años se viene escuchando un discurso que se ha instalado con la fuerza de un sentido común: “En los colegios ya no se enseña Educación Cívica”. Y efectivamente, ya no existe una asignatura con ese nombre, pero eso no quiere decir, en ningún caso, que los contenidos asociados a ella no se vean de ninguna manera. Sólo algunos datos de la causa: 

a. Hasta el año antepasado, los contenidos que se veían antaño en 3º Medio en Educación Cívica y en 4º Medio en Economía, eran vistos en Historia y Ciencias Sociales de 4º Medio, con la misma carga horaria, pues dicha asignatura tenía dos bloques de 90 minutos, mientras que las asignaturas de antaño sólo tenían uno. 

b. Mientras no se realizó Educación Cívica y hasta 2019 existió un electivo llamado Realidad Nacional donde dichas materias eran reforzadas. 

c. Por otro lado, desde 2020 existe una asignatura dentro del plan común llamada “Educación Ciudadana” con contenidos similares a los vistos en Educación Cívica y Economía, fomentando la participación democrática desde el colegio a la sociedad. 

d. Y si esto fuera poco, la formación ciudadana es transversal en el marco curricular del país, tanto es así, que todo colegio debe tener un plan para ello que concretice dicho acercamiento en todas las materias. 

Entonces sí, no existe una asignatura con el nombre de Educación Cívica (ni tampoco otra que se llame Economía), pero eso no es sinónimo que no se hablen de los derechos y deberes en la sociedad, de la democracia y el bien común, de la participación ciudadana, de las tecnologías y medios de comunicación, del desarrollo económico en un contexto globalizado, del mundo laboral y los derechos en esa esfera. Los planes y programas del MINEDUC están a libre disposición y pueden ser conocidos por toda la población. 

Sintetizando lo dicho hasta acá, señalo con toda claridad que el sentido común de la ausencia de Educación Cívica en los colegios chilenos carece de realidad en la práctica escolar. 

Y acá el otro tema propuesto a la hora de enunciar el título: ¿es posible dejar lo político fuera del aula? Acá quiero asentar dos premisas que me parecen fundamentales. La primera, es que es evidente que los procesos cognitivos que vive cada estudiante en una determinada edad deben ser respetados y, que por ende, los/as estudiantes de ningún ciclo deberían ser obligados/as a proferir proclamas alusivas a cuestiones políticas y/o que respondan a una militancia determinada. Por otro lado, la educación en las escuelas dista o debería estar alejada del modo de realización de una “formación de cuadros”, pues lo que se entrega al final del proceso es una Licencia de Educación Media y no una credencial de partido político. Y acá no sólo debería hacerse hincapié en los discursos de izquierdas, sino también los de derechas, o en los de ciertas organizaciones religiosas con colegios para élites o en sectores poblacionales (léase, Legionarios de Cristo y Opus Dei). 

Pero, y pensando en Historia y Ciencias Sociales y en Educación Ciudadana como asignaturas del ciclo media, ¿es posible hablar de la democracia griega y de la república romana sin decir algo sobre la influencia de dicho entendimiento de la vida en la polis hasta el presente? ¿Es posible hablar de la Edad Media sin decir que fue allí que se dio origen al concepto de “lucha de clases” y no en el siglo XIX? ¿Es posible hablar del protestantismo y del movimiento ilustrado sin considerar su diálogo-discusión respecto del concepto de libertad de conciencia? ¿Es posible hablar de los pipiolos y los conservadores en Chile sin hablar de la eliminación literal o simbólica de la disidencia política? ¿Es posible hablar de Balmaceda y la Guerra Civil de 1891 sin pensar respecto de la nacionalización de los recursos naturales en el pasado y el presente? ¿Es posible hablar de los gobiernos radicales iniciados en 1938 sin pensar en el papel del estado en la economía? ¿Es posible hablar de la década de los sesenta y los setenta sin poner atención a aquello que Mario Góngora denominó “planificaciones globales”? ¿Es posible hablar de la dictadura o régimen militar (para quienes no se han dado cuenta, son sinónimos) sin repudiar las violaciones sistemáticas de los Derechos Humanos? ¿Es posible hablar de los gobiernos de la Concertación, la Alianza por Chile, la Nueva Mayoría y Chile Vamos sin decir nada sobre la democracia “en la medida de lo posible” y la política analfabeta que caracteriza nuestra discusión actual donde casi todo es performance superficial y vacua? ¿Es posible hablar de derechos humanos sin mencionar la situación del pueblo mapuche y el caso Catrillanca? ¿Es posible hablar ciudadanía sin decir nada sobre el actual proceso constituyente? Las respuestas a todas esas preguntas, sin poner acento en este breve artículo en sus respectivas argumentaciones, es un rotundo NO. No es posible disociar los temas políticos del entendimiento del pasado y del presente de nuestras sociedades. 

Y ahí, vuelvo a señalar una premisa aceptada en el presente por las ciencias de la naturaleza y que cuesta tanto explicar en las ciencias sociales: “quien mide modifica lo medido”. No existe posibilidad de neutralidad cuando se examinan hechos, actores y procesos. Siempre que hablamos, dejamos de manifiesto nuestros prejuicios, presuposiciones, cosmovisiones o contextos de producción. En historia, tomando las palabras de Paul Ricœur existe un “pacto de verdad”, por lo que nadie que quiera seguir cultivando dicha disciplina puede modificar los hechos y los sujetos que participaron en ellos o les dieron vida. Pero la lectura de los mismos, incluso eso tan inocuo que parecen las periodizaciones o líneas de tiempo, están cargados de subjetividad. Es interpretación. 

Paulo Freire, de quien este año celebraremos su centésimo aniversario, señalaba en su libro “Educación en la ciudad” que “En nombre del respeto que debo a mis alumnos no tengo por qué callarme, por qué ocultar mi opción política, admitir una neutralidad que no existe. Esta, la supresión del profesor en nombre del respeto al alumno, tal vez sea la mejor manera de no respetarlo. Mi papel por el contrario, es el de quien declara el derecho de comparar, de escoger, de romper, de decidir, y estimular la asunción de ese derecho por parte de los educandos”. Esto ha formado parte de mi ética como profesor. Nunca he escondido a las/os estudiantes mi visión sobre hechos, procesos, sujetos o problemas de estudio. Nunca he dejado de señalar las posiciones adversas u alternativas a las que estoy proponiendo. Y nunca he castigado a un estudiante con una nota o censurado su habla porque piensa distinto de mi. Al contrario, potencio su participación y ayudo en lo que más puedo en sus reflexiones para que nunca sean “continentes sin contenido”. 

Creer que un estudiante por el simple hecho de ser estudiante está de plano en una situación de desventaja con un/a profesor/a respecto de la posibilidad de pensar es una falacia. Podrá estarlo en relación al poder, sobre todo de un lápiz, pero no respecto del pensamiento. Y claro está, quienes deben cuidarse del ejercicio abusivo del poder, que podría derivar en control de conciencias, somos los/as adultos/as responsables. Pero de la misma manera, quienes son observadores externos del proceso educativo, sobre todo en tiempos de pandemia con educación a distancia, no pueden interpretar cada lectura u opinión como una vulneración al derecho a pensar diferente. Al contrario, asuma hoy más que nunca la posibilidad de dialogar sobre los temas vistos en el colegio sin desautorizar a un/a profesional que estudió de los temas pero que no se posiciona por sobre el bien y el mal. 

¿Educación cívica sin política? No es posible, porque la sala de clases puede estar cerrada pero nunca está disociada de lo que pasa en el mundo. De hecho, la Educación Cívica y su sucesora de hoy, Educación Ciudadana, busca el pensar el mundo y la sociedad, con la posibilidad de dialogar y discutir desde el plano de la argumentación. Y la argumentación se ejercita con quienes piensan distinto. En el debate. Y quienes ejercemos la docencia deberíamos anhelar sembrar no la semilla de nuestro pensamiento, sino la de la reposición de la política letrada. 

Luis Pino Moyano.

* Las nociones de política analfabeta y letrada las debo a Tomás Moulian.  

Ser profe en los tiempos del Covid.

El 2020 comenzaron los tiempos del Covid en estas latitudes, y eso implicó múltiples cambios en la vida cotidiana, en las relaciones con otros seres humanos y, por cierto, en el trabajo. Soy profe guía de un octavo básico y de historia en el ciclo Media. El año pasado, cuando empezaba a conocer a mi curso en la tarea de lo que antes de llamaba “profesor jefe”, con menos de dos semanas de clase, tuvimos que irnos a nuestros hogares y todo cambió. Las dos primeras semanas, implementamos la realización de guías por parte del estudiantado, mientras que, paralelamente, íbamos asimilando tecnologías que existían pero no usábamos, siendo Classroom, Meet y Zoom las más utilizadas, incluyendo otras como pizarras virtuales, la grabación de cápsulas, las que por cierto, para que no tuviesen ruidos molestos en mi caso eran realizadas de noche. Así, en menos de dos semanas teníamos Classroom activados, Instagram por curso, y en mi caso por mis TOCs, un sitio de internet que tiene horarios, códigos de la plataforma de Google mencionada y links de videollamadas, junto con textos de estudio y otras informaciones. Junto con ello, vivimos la transformación de WhatsApp como la aplicación orientada al trabajo, tanto con colegas como con apoderados/as, cosa que por años me rehusé a realizar, por ser tan invasiva y con límites temporales líquidos (nada que el eliminar notificaciones por banderas, sonidos o vibraciones no pueda solucionar, por cierto). 

Pero ahí empezó la otra aventura. Trabajar todo el día sentado, sin poder moverse en una sala, ni sentarse de vez en cuando en la mesa, jugar con la pizarra aunque se tenga una presentación con diapositivas. Pero por sobre todo ese contacto humano, en el que hay miradas, risas, en el que se puede ver con claridad la concentración o el aburrimiento, lo que permite un mejor ejercicio de la clase como tal. Acá se ven pantallas negras, con nombres. Y alguien dirá: qué falta de respeto la de estudiantes que no encienden su cámara. Pero por muchos años hay estudios que señalan los efectos adversos que produce la sensación de estar siempre siendo grabados, sin posibilidad de controlar lo que se hace con nuestras imágenes, como si estuviésemos rodeados todo el día por espejos. Y, por supuesto, la invasión de la intimidad de un espacio en el que no tenemos jurisdicción. Me gustaría ver a mis estudiantes todos los días, pues creo que eso genera una sensación de mayor cercanía, pero es su derecho encender una cámara o no, y quienes somos adultos debemos lidiar con ese desafío. 

Por eso, nadie más feliz que un/a profe con volver a lo presencial. Cuando a inicios de marzo lo hicimos, por poco más de tres semanas, vimos la alegría del contacto humano y que, a pesar de mascarillas y distanciamiento social, y por cierto, el pensar actividades para estudiantes en el colegio y en casa, con bloques de una hora lo que hacía que en una mañana pudiésemos estar con seis cursos en un ritmo intenso, así y todo era más llevadero, más humano si se quiere. En mi caso, que trabajo en el Cajón del Maipo, el aire en la cara cuando manejo con la ventana del auto abierta, los árboles, el patio, el café conversado, todo eso era vitalizador. Esas tres semanas sentí recuperar el rostro humano. Pero volvimos a la otra realidad. 

Por cierto, con todo el anhelo de volver a lo presencial, siempre fue mi opinión el que debíamos partir en marzo de manera virtual y evaluar en abril un retorno, por toda la información proporcionada por el Ministerio de Salud y otras instituciones, como por ejemplo, el Colegio Médico. Además, los/as profes de mi rango de edad comenzamos a ser vacunados con la primera dosis en la primera semana de marzo. Y así fue que tuvimos colegios cerrados a los dos o tres días de abiertos, por contagio de estudiantes y colegas. Pero cuando hablamos de esto, el profesorado era flojo, pues según algunos miembros de la clase política y medios de comunicación privados con impactos público, estuvimos de vacaciones un año, o en el mejor de los casos, obstruccionistas que sólo queríamos oponernos a seguir las directrices del gobierno actual. En el caso del ministro de economía, Lucas Palacios, el patetismo llegó a niveles inimaginables: “En el caso de los profesores, llama la atención que busquen por todas formas no trabajar, es un caso único en el mundo y yo diría que de estudio”. A las horas, aclaró-oscureciendo que se refería al Colegio de Profesores, que por cierto no está conformado por ingenieros, y que nos guste o no es interlocutor válido con el gobierno. El año pasado, y lo que va de éste, es el tiempo en que más me he sacado la mugre trabajando, con horas y horas sentado frente a una pantalla, con disolución de los tiempos libres, con la conversión de mi casa en espacio laboral. Y vienen sujetos con una falta de respeto gigante a inocular el sentido común del profesor flojo, dando cátedra de lo que significa gobernar en un mundo paralelo. En otros tiempos, “gobernar ERA educar”. 

El exministro de hacienda, devenido en candidato presidencial, Ignacio Briones se ha esforzado en instalar otro sentido común, de manera más sutil por cierto, pero no por eso menos evidente. Hace unos días atrás, propuso: “hagamos un concurso, gastemos las lucas que se requieran, para traer los mejores profesores y mejorar la calidad de la educación. Eso se lo debemos a los niños de Chile”. Suena bonito, porque es integrador, abre las fronteras a extranjeros (no a migrantes, que suena parecido pero no es igual). Pero el sentido común a instalar es claro: los/as profes de Chile, diciéndolo en buen romance, somos pencas. ¿Por qué no esas mismas lucas se invierten en mejorar los sueldos del magisterio y sus posibilidades de capacitación? En Chile cada vez más nos hemos acostumbrado al ninguneo de profesionales a quienes no nos regalaron nuestros grados académicos o títulos profesionales, y que invertimos día a día en conocer un poco más, y en tecnologías para llevar a cabo nuestras labores con sentido ético, calidad y decencia. Siempre le he dicho a mis estudiantes que creo en el derecho a la educación, y ese derecho se defiende en la calle, en la actividad política y también en la sala de clases. Ese es el marco del respeto a la tarea educacional, que hoy sostenemos esforzadamente, a riesgo de nuestra propia cotidianidad, en educación a distancia, buscando que los/as estudiantes no sólo aprendan, sino que tengan un espacio donde ejercitar sus habilidades, sin agobio. Porque esto no es sólo educación a distancia, es educación a distancia en contexto de pandemia y con encierro obligado por la cuarentena. ¿Qué más quieren? ¿Quieren que hagamos adobe también?

Ni flojo ni penca. Soy profe, un ser humano que vive y que desarrolla su labor con profundo respeto y esfuerzo, con todos los riesgos y reveses que ha traído esta época. 

Un día contaré a mis futuros estudiantes y nietos/as, si es todavía estoy vivo, que fui profe en los tiempos del Covid. Y si no, esta bitácora lo dejará registrado. 

Luis Pino Moyano, Profesor de Historia, Ciencias Sociales y Educación Ciudadana.

Sobre las vacaciones adelantadas, el retorno presencial y la tozudez.

Vivimos en un país en el que, lamentablemente, nuestras autoridades civiles no han dado el ancho en contextos de crisis. Hemos visto el retraso a la hora de actuar para paliar las necesidades en situaciones contingentes y en la generación de planes de acción para el futuro cercano. Una muestra gráfica de aquello está en el primer anuncio de suspensión de clases, el domingo 15 de marzo de 2020, que fue antecedido una hora antes por la declaración del comité de expertos convocado por el Ministerio de Salud en el que se señaló lo innecesario de suspender actividades presenciales, como por ejemplo, las clases de los colegios. Fue la presión de los alcaldes, del Colegio Médico y otros actores de la sociedad civil que conllevó esta medida. Eso no es otra cosa que improvisación. No necesariamente somos reos de nuestras propias palabras, porque tenemos derecho a cambiar de opinión. El gobierno también tiene ese derecho, sobre todo cuando está ante opiniones fundadas. Pero cuando sucede en menos de una hora, es simple señal de improvisación. No está de más decir, que esta medida se tomó un día antes del inicio de una nueva semana escolar. 

El miércoles 25 de marzo, el MINEDUC extendió la medida, para las dos primeras semanas del mes de abril, para que luego, las dos siguientes semanas, del 13 al 24 de abril, fueran de vacaciones. Vacaciones de invierno adelantadas. Claramente, esta medida tiene un aspecto loable: manifiesta coherencia con el discurso de la educación de calidad, toda vez que suspender lo presencial implica volver a planificar con una propuesta ad hoc de educación virtual. Es siempre bueno tener planes B, pero trabajar con ellos todo el tiempo no es lo óptimo. Tener claridad de los tiempos, facilita la planificación. Además, hay una segunda cuestión valorable: el ánimo de no perder el año escolar. Dicho lo anterior, creo que no se tuvo un criterio fundamentalmente pedagógico a la hora de tomar la decisión de adelantar las vacaciones de invierno, puesto que a esta altura, ya estaríamos con planes y prácticas adecuadas a la realidad de la educación a distancia, y dos semanas, implicarán la pérdida de ritmo, sobre todo si las condiciones a fines de abril y principios de mayo no implicarán necesariamente un retorno presencial. Pensar ese retorno de manera taxativa es innecesario, puesto que lo mejor en casos como estos es generar una revisión periódica de lo presupuestado. 

Ayer 9 de abril, Raúl Figueroa, ministro de Educación, declaró: “Las clases presenciales son muy difíciles de reemplazar; se han hecho importantes esfuerzos, nosotros los hemos promovido y los agradecemos respecto de toda la comunidad escolar, para seguir adelante procesos de educación a distancia, pero estamos también convencidos que, sobre todo en el mundo escolar, la clase presencial es muy importante, y por lo tanto debemos tomar todas aquellas medidas que nos permitan recuperar la mayor cantidad de horas posibles en el sistema escolar”. Si bien es cierto, la misma autoridad gubernamental ha relativizado la posibilidad del retorno presencial el 27 de abril, actúa de hecho apelando a la necesidad de volver según dicho mecanismo. 

Soy consciente, como profesor, que lo que se da en el aula de manera presencial es irremplazable. Y que, además, nosotros hemos sido formados para el desarrollo de una actividad presencial y no para el ejercicio profesional virtual, lo que ha conllevado el desafío de modificar nociones, el ingreso al uso de plataformas y dotar el sistema de una mayor flexibilidad. Pero es irresponsable y falto de criterio pedagógico pensar que la educación tiene que ver fundamentalmente con lo presencial o con horas de clases recuperadas o perdidas. Es irresponsable, porque, en primer lugar, no puede haber educación de calidad si las condiciones de salubridad, de transporte y de vida están limitadas por una situación nacional totalmente distinta. ¿Cómo se puede pedir ir al colegio si quienes son estudiantes y trabajan en la educación pueden contagiarse en la micro o en el metro? ¿Cómo puede pensarse en la educación presencial de calidad si en casa las condiciones de alimentación cambiaron debido al despido de padres, madres y apoderados de sus fuentes laborales en medio de esta situación? Y, nuevamente, vemos la ausencia de criterio pedagógico cuando la actividad educativa se entiende como la entrega de contenidos y de horas realizadas. La educación tiene que ver con eso, pero por sobre todo con la capacidad de pensar y reflexionar la realidad de lo que ocurre dentro y fuera del aula, con el desarrollo de habilidades, con lo afectivo y emocional, con el buen vivir. Todo eso queda fuera de una noción economicista y academicista que no dota de centralidad al estudiantado a la hora de educar-nos. Yo extraño a mis estudiantes, extraño el encuentro y la magia del aula. Pero prefiero no encontrarme presencialmente con ellos/as si eso implica riesgo para su bienestar. 

Además, el ministro señala que se “se han hecho importantes esfuerzos”. ¿Cuáles son? ¿Podríamos nombrarlos? ¿Habilitar una plataforma virtual del Mineduc con recursos pedagógicos? ¿Liberar los PDFs de los textos escolares? ¿Seguir pagando la subvención a los colegios -como corresponde, porque seguimos trabajando, ahora más con lo difuso que se vuelve el teletrabajo? ¿Qué más? Los otros esfuerzos han sido de establecimientos, profesionales de la educación, estudiantes, padres, madres y apoderados/as. Y no basta con su promoción y agradecimiento. Es la hora de generar políticas educacionales de verdad, con compromisos económicos mayores de parte del estado:

  • Uso de toda la mañana del canal público -Televisión Nacional de Chile-, para la transmisión de contenido educativo, con clases de todas las asignaturas y con cierta transversalidad en los niveles. Si hay algo que ha evidenciado esta crisis, es la segregación social del país. Sí, una vez más. Porque la modernidad no ha llegado a todos los lugares del país (lo que debiese inhabilitarnos por un rato en la discusión sobre la posmodernidad u otros tipos de modernidad líquida, radicalizada, etc. Así, se puede llegar con mayor facilidad a los sectores donde una conexión a internet es impensada, lo que puede ser acompañado con carpetas con guías impresas (disponibles en el colegio y entregadas guardando los protocolos de salud), llamadas telefónicas para hacer explicaciones breves, entre otras.
  • Realización de capacitaciones pedagógicas para el uso de plataformas educativas a distancia y subvención para el acceso de parte de las/os profesionales de educación a herramientas para llevar a cabo ese trabajo: computadores, acceso a internet de mayor potencia, cámaras, micrófonos, etc.
  • El estado debiese convocar la solidaridad de la empresa privada, buscando liberar accesos WiFi en distintas zonas del país, donando computadoras a estudiantes, a las editoriales regalando libros físicos o haciendo disponibles ediciones digitales, etc. 

Hoy, más que pensar las políticas gubernamentales en la lógica economicista y de campaña publicitaria, se hace necesario pensar la realidad de manera multifocal y atendiendo a las “necesidades reales de la gente”, como les gusta decir a los políticos profesionales de distinta bandería. Porque si hay algo que es deber del estado es cuidar y promover el bien común. Y el resguardo de las condiciones dignas para los/as estudiantes de Chile claramente está allí. 

Las vacaciones ahora son un hecho. Que el retorno presencial se dé cuando las condiciones lo permitan. Si eso es mayo, junio o julio, ¿qué importa? Lo importante, es que se dé cuando la población no tenga riesgo a enfermarse. Mientras, se deben hacer esfuerzos por fortalecer la dinámica virtual con medidas tendientes a ello, y no sólo con la espera de la iniciativa privada o particular de quienes somos profesionales de la educación. Fines y medios van de la mano. ¿O no?

Luis Pino Moyano. 

[Bitácora] Retiro Presbiterial de Jóvenes: “Somos lo que amamos”.

Una de las características originarias de los blogs es que son bitácoras, es decir, concepto que se origina en la marinería, pero que podría ser entendido, también, como un cuaderno de campo. Y en este blog, “En el balcón y en el camino…”, de vez en cuando, recuperamos dicho carácter, para contar experiencias de actividades y compartir algunos materiales producidos para dichas instancias. 

Durante los días 18 al 20 de enero de 2020, en La Granja Presbiteriana de El Tabo, se desarrolló el retiro presbiterial de jóvenes “Somos lo que amamos”. Esa afirmación nos llevó a colocar como imagen el emblema de Juan Calvino, en versión castellana, que señala “Mi corazón te ofrezco Dios, pronto y sincero”. El corazón que simboliza el intelecto, las emociones y la voluntad, todas cosas fundamentales en la vida, por ende, para nuestra relación con Dios, con el prójimo y con el medio en que vivimos. Así lo dijo el proverbista: “Hijo mío, atiende a mis consejos, escucha atentamente lo que digo. No pierdas de vista mis palabras; guárdalas muy dentro de tu corazón. Ellas dan vida a quienes las hallan; son la salud del cuerpo. Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4:20-23). 

Por ello, la invitación de nuestro retiro fue que reflexionáramos en torno a los amores de nuestro corazón, y cómo estos moldean nuestra vida y nuestros hábitos, tanto en las dimensiones personales como sociales y culturales. No olvidamos que la definición agustiniana de “amar desordenadamente” para referir al pecado, es una conceptualización demasiado difícil de dejar de lado. James K. Smith señaló sobre esto: “La adoración es la ‘estación de la imaginación’ que incuba nuestros amores y anhelos, para que nuestros esfuerzos culturales tengan a Dios y su Reino como punto referencial. Si hay en ti una pasión por buscar justicia, renovar la cultura y asumir su vocación de hacer fluir todo el potencial de la creación, necesitas invertir en la formación de tu imaginación. Debes ser el sanador de tu corazón. Debes adorar correctamente. Pues tú eres aquello que amas”.

Tuvimos cinco exposiciones: “Somos lo que amamos”, expuesto por el Pbro. Eliezer Leal; “Hábitos del corazón” (por quien suscribe este post); “Mandato social, familia y sexualidad”, expuesto por el Pr. Oswaldo Fernández y la hna. Kelit Pérez; “Mandato social y justicia”, por el Pr. Jonathan Muñoz; y, “Mandato social y ecología” (nuevamente, por mi). Fue un momento en que pudimos adorar a Dios, aprender y ser desafiados por la Palabra y vivir la alegría del encontrarse. Quiera el Señor que todo esto haya sido para su gloria, y para la edificación y alegría de su pueblo.

Comparto acá las diapositivas de mis dos exposiciones: 

Hábitos del corazón. La exposición comienza haciendo una apelación a la gracia cara (Bonhoeffer), para luego señalar el significado bíblico del corazón, y con esa base, relevar la verdadera batalla espiritual, aquella que se da en el área de las disciplinas espirituales. Se especifican tres: a) la lectio divina; b) la adoración comunitaria; y c) la práctica de la justicia. Se cierra con un llamado a la búsqueda de una espiritualidad sana y profunda. Se puede descargar, haciendo clic aquí.

Mandato social y ecología. Al comienzo se menciona cómo se ha ido instalando el tema del problema del descuido Medio Ambiente en la historia, por distintas corrientes, muchas de ellas ajenas al cristianismo, señalando los desafíos que nos presentan, pues dichas alternativas deben ser leídas a la luz de la cosmovisión cristiana que permita reconocer la gracia común y la antítesis. Luego se hace una apelación al señorío de Cristo y lo que ello implica en relación a la ecología, para pasar a principios de lectura bíblica reformada sobre el tema, la relación entre ecología y escatología, las tareas que podemos desarrollar, y cómo la práctica de la mayordomía está relacionada con la justicia. Dichas diapositivas, pueden descargarse haciendo clic aquí.

Para cerrar este post, comparto algunas fotos de esta maravillosa instancia. 

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En Cristo, Luis.

PSU, ideas encontradas y un intento de construir certezas.

Hubo un tiempo en que se era políticamente incorrecto en relación al establishment. En el tiempo actual se puede ser políticamente incorrecto en relación a múltiples sujetos, colectivos sociales, instituciones y más. Y en el actual contexto de crisis social que vive el país, sobre todo en la comodidad y velocidad que brindan las redes sociales, todas las voces te hacen ver la incorrección. El espíritu de funa, el discurso panfletario, el infantilismo revolucionario, el servilismo lacayuno, el conservadurismo recalcitrante, grita, vocifera, llena el espacio de palabrería, pero no piensa ni problematiza ni reflexiona ni, mucho menos, proyecta. Todo eso, me ha hecho dejar pasar los días para expresar mi opinión respecto de lo sucedido con la PSU. 

Hasta el momento, había guardado silencio por tener pensamientos encontrados sobre lo acontecido. Y, ahora, que me lanzo a escribir, sigo teniendo esas ideas encontradas, enmarañadas y contradictorias, tratando de converger en una voz. Sí, tengo ideas encontradas y no pretendo con este post cerrar una discusión, sino que mi única intención es dialogar con otros, pensando la realidad, abriendo reflexiones para el presente y el mañana. 

Ordenaré mis ideas como si fuesen un hilo de tweets (aunque no prometo 280 caracteres por punto), que es lo más parecido a las tesis que abrían discusiones en las disputatios de las universidades medievales. 

  • No soy partidario de la Prueba de Selección Universitaria ni de pruebas estandarizadas que midan los aprendizajes, conocimientos o las habilidades de los estudiantes. Cada estudiante, como individuo, tiene formas de estudiar, aprender y razonar, junto con mejores formas de expresar ideas. Para qué hablar de intereses académicos propios, para quienes una asignatura implica la lumbrera máxima para la vida (en mi caso, la historia) y la otra, el lado oscuro de la fuerza (en mi caso, las matemáticas). 
  • Una prueba con alternativas no implica, necesaria o solamente, aprendizaje o capacidad reflexiva, sino memorización o un entrenamiento que permite cumplimentar un instrumento de evaluación (que es lo que entrena el mercado de preuniversitarios). Como profesor, pese a que se facilita la revisión cuando se hacen pruebas con alternativas, prefiero las pruebas de desarrollo, que dan un espacio a la reflexión o, a lo menos, la posibilidad de tener más que 0 puntos, si no se logra saber a cabalidad la respuesta correcta. Además, desarrollo mi labor desde la pedagogía crítica, por lo que siempre prefiero evaluar un proceso más que un evento, en el que a veces el nerviosismo o una mala situación momentánea, pueden jugar malas pasadas. 
  • La Prueba de Selección Universitaria no es la vida ni los preuniversitarios un deber. Esa lógica del exitismo estudiantil ha conllevado un peso innecesario para miles de estudiantes del país. Dos días son sobrepasados con creces por el encuentro con el conocimiento, con “la belleza del pensar”, con el leer profusamente, con el aprender más allá de “los doce juegos”, antes y después de los lunes y martes en los que se rinde la prueba que hoy permite acceder a la universidad. 
  • Existen distintos mecanismos para el ingreso a la universidad, algunos que son susceptibles de combinación: las pruebas de conocimientos específicos y vocacionales por carrera, las entrevistas con directores de carrera, los propedéuticos y los bachilleratos que se desarrollan en algunas universidades. Eso, sumado a los antecedentes de trayectoria estudiantil, sobre todo en la enseñanza media. Para qué hablar del anhelo de la existencia de escuelas vocacionales en el país, que potencien las habilidades específicas de estudiantes y les preparen para un área de desarrollo disciplinar y laboral, con base y fomento de la educación permanente. Todo eso es mucho más integral que sólo desarrollar una prueba. 
  • La Prueba de Selección Universitaria, al igual que el SIMCE, son elocuentes radiografías de la desigualdad y la segregación que existe en el país. Es la constatación de la cancha dispareja en la que “la contienda es desigual”. ¿De qué meritocracia puede hablarse cuando en una misma evaluación compiten por el acceso a la universidad, por un lado, un joven que con suerte desayuna té y un pan tostado con margarina, cuyos padre y madre terminaron a duras penas la enseñanza media y se sacan la mugre de sol a sol por llevar un sueldo que no alcanza para cubrir todos los gastos y que empuja al endeudamiento, con otro joven que desayuna todos los días leche, cereales y fruta, cuyos padre y madre tienen estudios universitarios, manejan más de un idioma, viajan al extranjero, acceden a consumos culturales, y tienen un trabajo en un horario plausible para la vida familiar y con un sueldo que les permite vivir sin sobresaltos hasta, a lo menos, fin de mes? Y para que no queden dudas, esto no es resentimiento, es constatación de la realidad. Los puntajes de la PSU en 2018 permiten relevar que el 77% de los puntajes nacionales fueron hombres, que de los 50 colegios con mejores resultados, 48 son particulares pagados y dos municipales y que las cinco comunas con el promedio de mejores puntajes se ubican en la zona oriente de la Región Metropolitana. Aquí no hay meritocracia que valga (claramente hay excepciones a la regla, pero el tema es sobrevivir a la universidad, y luego al mundo laboral con redes que recién se comienzan a construir), sino posibilidades que te tocan o no. Hace años, que la educación dejó de ser un factor de ascenso social. El ascenso social hoy está asegurado por el poder de consumo. He ahí la perversión de un sistema que en apariencia incluye, pero que en la práctica conserva la segregación. 
  • Desde el año 2006, el de la revolución pingüina, que los estudiantes secundarios tenían en la mira a la PSU. En dicha ocasión, lo que buscaban era la gratuidad del proceso de evaluación, consiguiéndose sólo becas para algunos casos. Para las movilizaciones iniciadas en 2011, tanto la ACES como la CONES, coincidían en la eliminación de la PSU como sistema de evaluación que permite, o no, el acceso a la universidad. Este dato es clave, pues, a lo menos, hace ocho años que los estudiantes secundarios en sus principales orgánicas han manifestado su posición de rechazo a la PSU. Ocho años en que la Clase Política Civil ha tenido una respuesta insuficiente ante dicha demanda. Digo insuficiente, porque aunque se habla que existirá una nueva evaluación para acceder a la universidad, que considerará competencias y habilidades más que conocimientos específicos, no hay claridad de su implementación para 2021 ni sobre cómo será a cabalidad. 
  • La interrupción de la PSU a comienzos de enero de 2020, no puede dejar de ser entendida como una acción ligada al reventón social emergido en octubre del año pasado. La rabia expresada en la toma de colegios, el bloqueo de accesos, las barricadas en torno a establecimientos educacionales, la destrucción o la apropiación de los facsímiles, son expresión del malestar ante el ninguneo de los oídos sordos a la demanda de años, y de la incertidumbre frente a lo que se viene para adelante, no sólo en el plano académico, sino también en el existencial. ¿Es violencia? Sí, toda vez, que no hay respuesta agresiva instintiva, sino organización racional, fines que se persiguen y hasta un discurso performativo. ¿Es violencia reactiva o proyectiva? Si bien es cierto, se persiguen fines, estos son coyunturales, a corto plazo, sin la fuerza de realización de un cambio profundo. Y, en tanto, expresión de malestar, es más bien una respuesta a una violencia de carácter estructural, a la de una sociedad clasista, segregadora, racista-pigmentocrática, con una democracia de baja intensidad. El Chile de la alegría, el crecimiento con igualdad y los tiempos mejores que no llegaron. 
  • No obstante lo dicho con antelación, cualquier acción política, incluya la violencia o no, debe hacerse cargo de la conflictividad que se da sobre todo en la esfera del discurso. Es decir, que un fin debe estar unido éticamente a unos medios, y que los medios deben evaluarse en su alcance, consecuencias y lecturas, y no sólo en su aplicación. Es decir, quienes interrumpieron el desarrollo de la PSU deben hacerse cargo, no sólo de lo que piensan proyectar en su acción, sino de las consecuencias no tenidas en cuenta y de los daños colaterales, los fallos que no se previeron e, inclusive, de las lecturas que puedan darse a una acción. Todo eso es propio de una racionalidad política que pone coto al voluntarismo revolucionario que no sopesa los criterios de realidad. Y no es adultocentrismo lo que estoy haciendo acá, sino la legítima crítica de una acción voluntarista, que no sólo atentó contra un sistema de evaluación, sino contra sus propios pares que fueron a dar la prueba. El que una evaluación no sea considerada como consustancial a la vida, no significa que voy a perjudicar a quien estima importante darla. La interrupción violenta de la PSU, no sólo conllevó su suspensión en algunos casos, sino la intranquilidad de quienes la dieron. Y la tranquilidad es un factor importante para el logro anhelado. Sin sumar las consecuencias que esto podría traer más adelante a las universidades. Yo pregunto, con toda honestidad y desde mi desconocimiento, ¿hasta qué punto la decisión de la interrupción de la PSU fue el resultado de una resolución emanada de una asamblea participativa, amplia, es decir, con legitimidad originaria, o fue, por el contrario, la decisión de una vanguardia que entiende la radicalidad como lo políticamente correcto? ¿Quién se hace responsable de esta acción? ¿Un “todos” que es sinónimo de “nadie”?
  • Dicho lo anterior, debo decir que nuevamente, el gobierno parece vivir antes del 18 de octubre de 2019, como si nada hubiese pasado, sin ningún aprendizaje. No tiene un plan preventivo que asegure la ejecución tranquila y segura de la PSU, sino que omite su responsabilidad de cuidar dichos aspectos, pensando que el reventón social pasó, en el engaño similar al de una taza de leche que parece fría, pero que al ser bebida, quema. El gobierno no entiende que el movimiento social tiene un repliegue que coincide con el fin de año y sus fiestas de alto sentido familiar, junto con el período de vacaciones, pero que a todas luces reaparecerá en marzo, y que la interrupción de la PSU es una señal de su latencia. El gobierno actúa careciendo de sentido de realidad y de proporcionalidad, al querellarse contra dirigentes estudiantiles por la Ley de Seguridad Interior del estado y suspendiéndoles del proceso de selección universitaria, violando con ello el derecho de propiedad, pues pagaron por participar de la evaluación (en términos comerciales, pagaron por un servicio), y violando el derecho a la educación, pues el estado tiene tanto la obligación de sancionar como la de generar condiciones para la reparación por parte de los educandos (ni “Aula segura” se anima a tanto). Esto es apagar el fuego con bencina, no sólo por cómo pueden responder los afectados, sino por sus  consecuencias posibles, tales como demandas ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, lo que podría implicar sanciones para nuestro estado nacional. Se quiere parecer duro e inflexible ante los medios, sin medir que la victoria puede ser epidérmica, momentánea y aparente. Las respuestas represivas son impotentes a la hora de construir paz social. 
  • Mención aparte merece la suspensión de la PSU de Historia y Ciencias Sociales, que a todas luces es una nueva señal del escaso interés que la Clase Política Civil da a estas disciplinas del saber humano. ¿Por qué esa parcialidad que suspende un tipo de conocimiento y fortalece otros? ¿Qué hace más importante a las ciencias de la naturaleza por sobre las ciencias sociales? Y, si bien es cierto, se consideró como un modo de colaboración la aplicación del mejor puntaje, sea este de otras pruebas o del NEM, en el vacío que deja la prueba suspendida, ¿se habrá considerado, también, que para varios estudiantes el mejor puntaje iba a ser el de la prueba de historia y ciencias sociales? Habrá, entonces, beneficiarios y perjudicados por secretaría. Si hubiese sido la prueba de matemáticas la que se suspendiera, ¿se habría aplicado el mismo mecanismo reparatorio de la homologación de puntajes? Las ciencias sociales, las artes y la educación física son tratadas como disciplinas de segunda categoría al lado de aprendizajes que pueden ser funcionales a un sistema, yendo en detrimento de profesionales de la educación de dichas áreas, de estudiantes cuyos intereses académicos propenden a esas asignaturas; pero además, no entendiendo que desde el lenguaje vernáculo y extranjero, desde las matemáticas y las ciencias de la naturaleza, también se pueden construir críticas profundas al estado de cosas. 

¿Qué irá a pasar el lunes 27 y el martes 28 de enero, fechas estipuladas para la repetición de pruebas? ¿Habrá una nueva interrupción o se tomarán los recaudos necesarios para la realización de la PSU? ¿La tónica la marcará la participación o el ausentismo? La verdad, es que no sé. No sabemos. Lo que sí sabemos es que la discusión sobre la realidad, como el anhelo de construir un mejor lugar para vivir en sociedad, tienen las puertas abiertas de par en par. Y que la discusión respecto a la forma de acceder a la universidad es un tema relevante a ser tenido en cuenta. 

Luis Pino Moyano. 

El rol de padres y madres para el bien de la familia.

Vivimos en un mundo en que la palabra rol, como suena a posición y deber, es rechazada. Pero el problema no sólo es lingüístico o conceptual, sino también de práctica. En el mundo caído en el que vivimos, los roles al interior de la familia se encuentran atrofiados y obnubilados. El tema, no es volver al sentido común que nos impone la cultura, sino retornar a la verdad de la Palabra. En ese retorno, nos encontramos con los capítulos 5 y 6 de la carta de Pablo a los Efesios, notando allí un mensaje que es contracultural por excelencia. Es contracultural porque el marido y padre son incluidos con deberes, cosa muy poco habitual en la Antigüedad, pero además, porque se pide el sometimiento de todos (5:21). Los distintos actores de la familia somos llamados a un sometimiento radical y mutuo. Y dicho sometimiento a la tarea que emana de la verdad de la Palabra es resultado de la acción vivificadora del Espíritu Santo que nos capacita para el trabajo de cada uno en el lugar que nos toca, llenándonos de su poder (5:18).

Dos preocupaciones fundamentales hacen que sea más que necesario volver a la Escritura en la tarea de ser padres y madres:

  • Los medios de comunicación nos brindan cotidianamente un panorama sobre el poco respeto de la vida de la vida de los niños, el que se manifiesta en: a) negligencia y descuido respecto a los niños; b) maltrato y abuso (dentro de los hogares, fuera de ellos y en instituciones tristemente célebres como el SENAME); y c) el aborto entendido como un “derecho reproductivo” y no como el atentado contra la vida de un ser humano. 
  • Por otro lado, una despreocupación de la vida matrimonial. Los cónyuges, devenidos en padres y madres tienden a constituir la relación con los hijos como la más importante de la vida. Se olvida que ellos crecen y también “dejan padre y madre…”. El matrimonio es exclusivista, no sólo en el sentido de la monogamia, sino en que cuando se produce se da origen a una nueva familia, que construirá sus propias prácticas y tradiciones. El olvido del esposo o la esposa, lleva a una etapa crítica del matrimonio conocida como el “nido vacío”: el encuentro con un otro olvidado o desdeñado. Nada daña tanto a los hijos que un padre y madre que no manifiestan una unidad radical. Timothy y Kathy Keller, en el libro “El significado del matrimonio”, señalan: “Tu matrimonio ha de ser para ti más importante que todo aquello otro que cuente en tu vida. Ningún ser humano tendrá mayor derecho a tu amor, tus cuidados, tu dedicación y tu fidelidad que tu pareja. Dios nos insta a dejar padre y madre, pese a lo importantes que han sido, y serán, en nuestras vidas, para poder formar así una nueva unión que habrá de ser la más primordial y fuerte de nuestra vida” [1].

Volveremos a la Escritura para notar en ella el significado de nuestro rol como padres y madres. Comenzaremos viendo una premisa, para luego pasar a dos tareas. 

La premisa: los hijos a la luz de la Biblia. 

El salmista nos muestra la importancia de los hijos para el pueblo de Dios, cuando señala que: “Los hijos son una herencia del Señor, los frutos del vientre son una recompensa. Como flechas en las manos del guerrero son los hijos de la juventud. Dichosos los que llenan su aljaba con esta clase de flechas. No serán avergonzados por sus enemigos cuando litiguen con ellos en los tribunales” (Salmo 127:3-5). Los hijos, en la enseñanza bíblica, no son mero producto de la virilidad y de la fertilidad: son un don de Dios. Tanto, que el salmista ocupa el concepto “herencia”, dando cuenta de un don y de una esperanza. La  tierra está ligada a la idea de posteridad. Otro elemento que brinda el salmo, es que los hijos son como un arsenal de flechas, para la protección futura. Los hijos serán ayuda, defensa y apoyo en el futuro. La Reina Valera 1960 traduce de forma más literal el texto, denotando que el padre “No será avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta” (127:5b). En la Antigüedad, las decisiones importantes de la ciudad se tomaban en las puertas de la ciudad. Los hijos protegerán a sus padres cuando se encuentren en la dificultad y la indefensión. 

Este texto trae importantes enseñanzas, que enumero a continuación:

  • Reconocer que los hijos son don de Dios como base de todas las tareas que tenemos como padres y madres. Nuestros hijos no nos pertenecen, le pertenecen al Señor. Nuestra relación no es de dominio, sino de autoridad relativa y derivada de Dios. 
  • Si los hijos son un don de Dios, ¿por qué postergar la procreación por motivos egoístas? ¿Por qué cerrarse a la adopción, en el caso, de que no pudieran ser padres por la vía natural? Tener hijos es una bendición a la que no debemos renunciar. Al hablar de motivos egoístas, evidentemente, saco de esta variable a quienes no pueden tener hijos por razones de fertilidad o de salud, ni tampoco planteo aprehensiones contra los métodos de control de la natalidad, que pueden ser entendidos como acto de mayordomía en relación a los dones que Dios nos da.
  • Debemos dejar de lado pensar en los hijos para la satisfacción personal, sino que pensar en ellos para la gloria de Dios. Que en todo lo que hagan, sean seguidores de Cristo, que amen su gracia. Los hijos no nacen para cumplir nuestros anhelos o deseos frustrados, tienen su propia vida, personalidad, anhelos y deseos. ¿Apoyaremos a nuestros hijos si nos dicen que quieren ser pastores o misioneros, deportistas o artistas, a pesar que no sean oficios riesgosos y no muy bien remunerados? Nuestra tarea es fortalecer las vocaciones que Dios les ha dado para el bienestar del mundo.

La primera tarea: no hacer enojar a los hijos.

El apóstol Pablo en Efesios 6:4a, dice: “Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos”. Aquí hay un fuerte elemento contracultural. No podemos olvidar que aquí estamos frente a un código normativo en una sociedad antigua, en la que el “pater familias” no sólo tenía era una autoridad en el sentido más contemporáneo de dicho concepto, sino que su potestad era de carácter judicial, tanto así que él podría decidir si un hijo vivía o no. Entonces, es sorprendente que Pablo, en pleno siglo primero de nuestra era, exhorte a los padres contra el abuso de poder, el malestar o las expresiones de favoritismo, todas acciones que deben ser excluidas de la crianza de los hijos. El fastidiar a los hijos trae amargura y resentimiento. 

Esto no significa, en ningún caso, que los niños tengan el poder. Me permito citar, extensamente, a Kevin DeYoung, quien en su libro “Súper ocupados”, desarrolla un capítulo titulado “Una cruel kindergarquía”, en el que plantea: “Vivimos en una era en la que la felicidad y el éxito futuros de nuestros hijos sobrepasan las demás preocupaciones. […] ‘Bajo la kindergarquía -señala Joseph Epstein- todas las cosas están centradas en los niños: su escolarización, sus lecciones, sus predilecciones, su cuidado y alimentación, y el alto mantenimiento en general; los hijos son el meollo del asunto’. […] Los padres cristianos en particular, a menudo, actúan con un determinismo implícito. Tememos que unos pocos movimientos en falso arruinen a nuestros hijos para siempre y, a la vez, suponemos que la combinación correcta de protección e instrucción producirá invariablemente buenos hijos. Leslie Leyland Fields tiene razón: ‘Uno de los mitos más resistentes y valiosos de ser padres es que la crianza crea al hijo’. […] ¿Podría ser que hemos hecho de la crianza y la educación algo demasiado complicado? ¿No será que lo más importante no es lo que hacemos, sino quiénes somos como padres? Ellos recordarán nuestro carácter antes que nuestras reglas exactas respecto de la televisión y los pastelitos’” [2]. Aquí hay dos cosas fundamentales: a) el único rey del hogar es Cristo, y son los padres quienes han sido puestos en un rol de autoridad, por lo tanto, los hijos no gobiernan; y b) en nuestra tarea de educación y autoridad, las normas no son lo más importante (lo que no quiere decir que no existan), sino una relación basada en el amor y la verdad con un marcado carácter cristiano, es decir, con un acento en el testimonio. Poco a poco, los hijos que no sólo conocen las glorias sino que también las sombras de nuestras vidas, irán evaluando la coherencia de la fe que profesamos en el aterrizaje a la vida. 

Pensemos en un caso de la Escritura. David es uno de los sujetos históricos de la Biblia más notable en la historia que ella relata: un líder tremendo, estadista, guerrero, salmista, popular (había canciones que celebraban su valentía en la guerra). Pero la Biblia que no da cuenta de héroes, sino de hombres y mujeres pecadores, no esconde que era un pésimo padre. Amnón, hijo mayor de David con Ahinoam, urdió un plan para abusar de su media hermana Tamar, hija de David y Maaca (2ª Samuel 13:1-22). La Septuaginta además de señalar el enojo de David, señala que no castigó a Amnón porque era su favorito (v. 21). Absalón, hermano directo de Tamar, espera dos años que su padre haga justicia. Al no verla, ejecuta la venganza, pagando a asesinos a sueldo para que mate a Amnón, en medio de un banquete preparado por él. Eso le obliga a huir (2ª Samuel 13:23-39). David, tiempo después, cuidando la imagen de su reinado, hace volver a Absalón de su exilio, pero no quiere volver a verle la cara, lo que genera más resentimiento y odio (2ª Samuel 14:23,24). Absalón, a diferencia de lo dicho en el Salmo 127, comienza a hacer mala fama de su padre en las puertas de la ciudad, llegando al extremo de tramar un “golpe de estado” contra David (2ª Samuel 15). El rey guerrero escapa, dando paso a la escena más patética de su vida. Cuando sus valientes deciden hacer guerra contra Absalón, él les dice, “No me traten duro al joven Absalón” (2ª Samuel 18:5). Joab general del ejército, mata a Absalón clavándole tres lanzas en el pecho (2ª Samuel 18:14). La historia termina con David diciendo: “¡Ay, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Ojalá hubiera muerto yo en tu lugar! ¡Ay, Absalón, hijo mío, hijo mío!” (2ª Samuel 18:33).

¿Qué vemos en esa historia? Ausencia de cariño, cuidado y de disciplina, sumado a la  injusticia, imparcialidad e indiferencia. Frente a eso, debemos preguntarnos, ¿de qué nos sirve lograr nuestros propósitos como individuos si perdemos a nuestras familias? ¿De qué nos sirve comprar casas y llenarlas de cosas, dándoles a nuestros hijos, todos los gustos que quisieran, si los perdemos? ¿De qué nos sirve pagarles la mejor educación escolar y universitaria si no los formamos para la vida, para que sean humanos respetuosos y honrados, creyentes que amen a Dios y al prójimo? Nunca es tarde para pedir perdón. Nunca es tarde para reparar. Nunca es tarde para volver al diseño de la Palabra de Dios. Y en este caso, el orden de los factores sí altera el producto. 

No puedo cerrar este ítem sin una palabra para los hijos: amen a sus padres, aprendan a reconocer errores, aprendan a perdonar. Vean a sus papás y mamás como personas que se han sacado la mugre, con una multitud de errores, pero esperando cosas mejores que las que lograron. Ellos son tan pecadores como ustedes, por lo que necesitan la gracia de Dios al igual que ustedes. Sean proactivos, sobre todo si ya son grandes, en el proceso de perdón, reparación y regreso al diseño de la Palabra de Dios. 

La segunda tarea: la crianza que educa en el Señor. 

Pablo cierra el versículo 4, del capítulo 6 de Efesios, diciendo: “sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor”. Cuando habla de esto, está pensando en el cuidado integral de los hijos: sus cuerpos, emociones, intelecto y espiritualidad, en el reconocimiento de que ellos portan la imagen de Dios. La disciplina forja la mente y la enseñanza ejercita la mente, por tanto, son tareas más que necesarias. 

Aquí parece pertinente hablar sobre el modelo educativo presentado en la Biblia. Deuteronomio 6:1-9, señala: “Estos son los mandamientos, preceptos y normas que el Señor tu Dios mandó que yo te enseñara, para que los pongas en práctica en la tierra de la que vas a tomar posesión, para que durante toda tu vida tú y tus hijos y tus nietos honren al Señor tu Dios cumpliendo todos los preceptos y mandamientos que te doy, y para que disfrutes de larga vida. Escucha, Israel, y esfuérzate en obedecer. Así te irá bien y serás un pueblo muy numeroso en la tierra donde abundan la leche y la miel, tal como te lo prometió el Señor, el Dios de tus antepasados. Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalas a tus manos como un signo; llévalas en tu frente como una marca; escríbelas en los postes de tu casa y en los portones de tus ciudades”. Nuestras casas deben estar llenas de la Palabra de Dios: ella debe ser enseñada, leída en momentos devocionales, e inclusive, puesta en las paredes de nuestra casa, aunque eso nos parezca exagerado hoy. También la memorización, a la que se le ha construido injustamente una mala fama, es parte fundamental: enseña a tus hijos el Padrenuestro, los diez mandamientos, el Credo Apostólico, que son parte de una inducción a la teología cristiana y a la espiritualidad sana. Apóyate con los catecismos e historias bíblicas ilustradas. 

La enseñanza de nuestros hijos tiene en mente el corazón, más que la conducta. Jesús planteó que: “Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad” (Marcos 7:21,22). Por ello, hacemos bien en tener en cuenta el proverbio que dice: “Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23). Nuestra tarea es pastoral: es el cuidado espiritual de nuestros hijos que los hace entender vulnerables ante el Dios Todopoderoso y santo, necesitados de su misericordia y perdón [3]. Los castigos no sirven de nada si no hay arrepentimiento (lo que no quiere decir que no existan). Conduce a tus hijos a la oración, ora con ellos, para que el Espíritu Santo haga su obra en sus vidas, cambiando sus corazones. Recuerda que tú no eres el Espíritu Santo. Sólo Él puede regenerarlos y santificarlos. Pero tú eres un instrumento suyo, que colabora en esa caminata. 

Finalmente, la educación cristiana es respetuosa de la personalidad e integralidad de los hijos. Cada hijo o hija (aquí me permito acentuar dicha diferencia) es distinto, con virtudes, defectos, debilidades y fortalezas propios, y con vocaciones diferenciadas. Confía en que la educación sustentada en la Palabra y ayudada por el Espíritu, es inclusiva y transformadora. Es inclusiva, porque hijos e hijas son alcanzados por la Palabra del Maestro. Es transformadora, porque la semilla del Evangelio fructificará. Por eso, les bautizamos (quienes somos paidobautistas) y les enseñamos el Padrenuestro, porque creemos que son miembros de la familia del Pacto, hijos de Dios. Y nos afirmamos en dicha esperanza. Como diría Andrew Kuyvenhoven: “Enseñamos a nuestro hijos acerca de Dios aun antes que ellos sepan hablar o caminar, y nunca dejamos de hacerlo. La educación en la vida del pacto no es opcional; Dios la requiere. También rechazamos la noción de que la ‘religión’ es un simple asunto de ‘elección personal’ puesto que pensamos que es inmoral ocultar a nuestros niños lo que es más grande y sagrado para nosotros. Sería criminal enseñar a nuestros niños a vivir, y negarles al mismo tiempo la vida misma. Conocer a Dios, ¡de eso se trata la vida!” [4]. 

¿Qué consecuencias trae la enseñanza de esta segunda tarea? A mi juicio, las siguientes:

  • Tener hijos es otra forma de hacer discípulos. Las iglesias también crecen orgánicamente. Dietrich Bonhoeffer señaló: “De Dios reciben los padres a sus hijos, y hacia Dios los deben encaminar” [5]. 
  • No delegar la educación en terceros. Ni la escuela ni la iglesia podrán cumplir jamás la función que tú como padre y tú como madre debes cumplir. Esto debiera llevarnos a no culpar a quienes colaboran con nuestra tarea educadora en la Escuela Dominical. He escuchado a algunos predicadores que dicen algo así: “Tus hijos son educados en escuelas que tienen profesores con mentalidad secularizada, tendrán al año miles de horas donde recibirán la influencia de pensamientos que atentan contra la Palabra de Dios. Pero cuando van a la Escuela Dominical, cantan o dibujan y pintan, en menos de una hora a la semana. ¿Tú crees que eso les ayuda para resistir las mentiras diabólicas que les dicen en la escuela?”. Parece sólido, ¿no? Pero yo pregunto, en ese análisis, ¿dónde están los padres y madres cristianos? ¿Qué hacen con sus horas en las que les forman como misioneros en el mundo, y activamente problematizan lo que sus hijos aprenden a la luz de la Palabra? Es fácil y cómodo tercerizar lo que nos corresponde, porque si nuestros hijos no siguen nuestra fe, la culpa será de la iglesia y no mía. Eso, a todas luces, no sólo es irresponsable, sino una desfachatez.
  • Es importante reafirmar que nosotros no somos el Espíritu Santo. Nosotros no convertimos a nuestros hijos en creyentes. Pero por el poder del Espíritu somos testigos con ellos, preparando sus corazones de discípulos, cumpliendo nuestra tarea de anunciar la voz del Señor. Plantamos y regamos, con la fe y la esperanza que el Señor dará el crecimiento.

Una reflexión final. 

Kevin DeYoung, a quien ya he citado con antelación, señala lo que podría ser una buena síntesis de lo visto hasta acá: “Criar hijos no es ni mucho menos el tema principal de las Escrituras. Dios no da muchas instrucciones concretas sobre la relación padre-hijo, salvo que los padres deben enseñar a sus hijos acerca de Dios (Dt. 6:7; Pr. 1—9), disciplinarlos (Pr. 23:13; He. 12:7-11), estar agradecidos por ellos (Salmo 127:3-5) y no hacerlos enojar (Ef. 6:4). El resto de los detalles depende de la familia, la cultura, la sabiduría del Espíritu y mucha prueba y error” [6]. 

Ahora, me permito preguntarte a ti que eres padre o madre, ¿cómo te sientes después de todo? ¿Te sientes mal por los errores que has cometido o, derechamente, por tus fracasos en el rol que Dios te ha mandatado en su Palabra? Con amor quiero decirte que hay trabajo por hacer, pero siempre afirmados en la gracia. No somos la familia Ingalls, ni las familias perfectas del sueño americano. Somos familias, que fallan, demasiado parecidas a la de la familia Simpsons. Familias que necesitan ser redimidas por pura gracia. No te olvides que no estás solo, o sola, en esta batalla de la vida. Jesús te habla en su Palabra animándote en la esperanza: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5, RV 1960).

Luis Pino Moyano. 

 

* Este post corresponde a la transcripción y adaptación del sermón predicado en la Iglesia Puente de Vida, en el marco de la serie “Roles & Familia. El retorno a la verdad”, el domingo 24 de noviembre de 2019.


 

[1] Timothy Keller y Kathy Keller. El significado del matrimonio. Enfrentando las dificultades del compromiso con la sabiduría de Dios. Barcelona, Publicaciones Andamio, 2014, p. 160. 

[2] Kevin DeYoung. Súper ocupados. Grand Rapids, Editorial Portavoz, 2015, pp. 65, 66, 68, 73. 

[3] Véase para profundizar en esta idea: Ted Tripp. ¿Cómo pastorear el corazón de su hijo? Medellín, Editorial Eternidad y Poiema Publicaciones, 2011. 

[4] Andrew Kuyvenhoven. Partícipes en el pacto. Grand Rapids, Libros Desafío, 2004, pp. 95, 96. 

[5] Dietrich Bonhoeffer. Resistencia y sumisión. Cartas y apuntes desde el cautiverio. Salamanca, Ediciones Sígueme, 2001, p. 42.  

[6] DeYoung. Op. Cit., p. 73.