Del «voto evangélico» y otras entelequias.

No me sorprende que las imágenes de Bachelet y Matthei, candidatas a la presidencia de la República de Chile, junto a “representantes” del pueblo evangélico pululen en diferentes medios de comunicación y en las diversas redes sociales. No me sorprende ver a una candidata orar y aceptar a Jesús como su señor y salvador y prometer no hacer nada que no aparezca en la Biblia. No me sorprende ver a otra candidata prometer la profundización en el trato igualitario a las distintas religiones y hacer un llamado a recordar leyes de culto y días feriados. No me sorprende, porque la lógica maquiavélica de la política, que disocia la ética de su praxis, hace que ningún acto partidario esté vacío de proyección y sentido. En buen romance, nunca se da puntada sin hilo.

Tristemente, tampoco me sorprende que pastores, profesionales, líderes y demás, se presten para salir en la foto al lado de las sonrientes candidatas. Las redes que ligan a sectores que detentan el poder y la práctica de la política chica, esa del “votamos y ustedes nos dan tal cosa”, es un dulce aliciente para quienes les gusta la fama, la autoridad, el control. Porque debe ser muy bonito para ellos decir cosas tales como: “desde el pueblo evangélico decimos”, o “nosotros los evangélicos pensamos”. Tampoco me sorprenden los desvaríos místicos de quienes hablan en un tono revelacional sobre una de las candidatas, “ungida” como futura presidenta. Esto nos conduce a un hecho: mientras más se discursea y se aparece en pose sonriente al lado de actores políticos más “gozo en el alma” sienten estos sujetos, por lo que están dispuestos a hipotecar a los miembros de sus iglesias llamándolas a votar por la candidata que según ellos representará más fielmente al pueblo de Dios y, están presurosos a firmar declaraciones a nombre de sus congregaciones, como voces autorizadas de ellas. Por ese gozo están dispuestos a destruir a sus comunidades, estableciendo una posición política unívoca para ella, convirtiendo sus púlpitos en cátedra inerrante.

No deja de sorprenderme que las coaliciones de las candidatas y estos pastores, líderes y profesionales vivan en una entelequia. Porque el pueblo evangélico, digámoslo con todas sus letras, es un cosmos inasible, inexistente, toda vez que los evangélicos somos miembros de distintas comunidades eclesiales, diversas, multiformes, plurales y polifónicas. Basta salir a la calle y ver letreros de iglesias, si es que no se quiere leer las investigaciones, desde distintas disciplinas y enfoques, que existen sobre esta problemática. Por ende, “el voto evangélico” en singular no existe. Estas personas actúan como voces autorizadas, cuando lo único que representan es a sus individualidades. Y, por otro lado, no deja de sorprenderme que estos sujetos evangélicos crean en la posibilidad de hacer redes con las élites políticas, cuando sus hijos no estudian en los mismos colegios, no participan en los mismos clubes, no vacacionan en los mismos balnearios, no tienen la misma estabilidad laboral, no influyen ni en la política ni en la economía ni en la academia ni en la cultura. Disculpen que les pinche el globo de su fiestita politiquera estimados pastores, líderes y profesionales, pero sus redes son también un cosmos inasible. Así como vivimos y pensamos, nuestro mundo plural y diverso, con suerte, a lo más alcanza a ser un mero guarismo, un voto en una urna, un futuro olvidado.

Cuán distinto sería todo, nuestras comunidades y sociedad, si dejásemos esas entelequias de lado e hiciéramos política con mayúscula, con menos sonrisitas y con más propuestas. Pero para ello debiésemos, entre otras cosas, volver a los legados olvidados de la Reforma, tales como el sacerdocio universal de los creyentes y la libertad cristiana. El pastorado es una tarea que colabora en la edificación de la iglesia, es una honrosa y respetable tarea, pero no es una dignidad mayor que implique el derecho de sentirse voz autorizada y representativa. A su vez, los creyentes hemos sido hechos libres de los yugos que nos oprimían, por lo que lo único a lo que nuestra conciencia está cautiva, como decía Lutero, es a la palabra de Dios. Dejar entelequias para los evangélicos no consiste en ser evangélicos “con Bachelet” o “con Matthei”, sino en volver a ser evangélicos con el evangelio, entendiendo que dicho mensaje es omniabarcante, no reductible sólo a la esfera de la intimidad, sino a la reclamación y a la propuesta de justicia social. Por tanto, nuestras redes debiesen estar no con los que  nos ven como un simple voto, sino con aquellos que son como ovejas sin pastor y que necesitan a alguien que les ame y puje con ellos por una vida más digna, puesto que “si la iglesia no se identifica con los marginados, será ella misma marginada. Esto es la justicia poética de Dios” (Timothy Keller, Iglesia Centrada). Sólo ahí, con ellos y en ellos, nos encontraremos con un cosmos asible. Y, sólo en el evangelio, en el mensaje de Cristo, encontraremos una vívida esperanza que se manifieste cotidianamente en la historia y en nuestras historias.

Luis Pino Moyano.

8 comentarios sobre “Del «voto evangélico» y otras entelequias.

  1. ME GUSTO SU POSICIONAMIENTO COMO CRISTIANO, ALGUNAS PALABRAS DIFICILES Y PARA MI DESCONOCIDAS, PERO A PESAR DE ESO, ENTIENDO PERFECTAMENTE SU INQUIETUD, ES VERDAD, LOS EVANGELICOS (MUCHOS DE ELLOS) SON TAN DEBILES EN SU FE, QUE NO PUEDEN DIMENSIONAR EL GRAN DAÑO QUE SE HACEN A ELLOS MISMOS Y AL PUEBLO CRISTIANO EVANGELICO, ES DIFICIL, CON SEGURIDAD PARA MUCHOS, SABER TENER UNA POSICION SABIA COMO CRISTIANOS E HIJOS DE DIOS FRENTE AL EVENTO TAN IMPORTANTE QUE SE APROXIMA.

    EN EL EVANGELIO DE JUAN CAPITULO 17 NOS HABLA QUE «NO SOMOS HIJOS DE ESTE MUNDO» Y NUESTROS PASTORES Y DIRIGENTES OBRAN DE ACUERDO A ESTE MUNDO, SIN ENTENDER QUE SU LLAMADO FUE SERVIR A SU SEÑOR Y ASI NOS HAN ENSEÑADO Y GUIADO, POR ESO, HAY TANTO DOLOR EN NUESTROS CORAZONES AL VER QUE NUESTROS LIDERES, PASTORES, DIRIGENTES DE IGLESIAS, SE PRESTAN PARA TANTA BAJEZA HUMANA Y UTILIZAN SUS TEMPLOS COMO CIRCOS

    CONOZCO A VERDADEROS LIDERES CRISTIANOS (CONSAGRADOS) QUE DEBIERAN LEVANTAR SU VOZ PARA EDUCARNOS EN ESTE SENTIDO Y DESDE SUS PULPITOS Y DE ACUERDO A LAS ESCRITURAS, NOS DEN ORIENTACION EN ESTA MATERIA.

    SOLO NOS QUEDA, POR EL MOMENTO, COMO PUEBLO CRISTIANO, ORAR, PRIMERO, POR NUESTROS PASTORES Y LIDERES EQUIVOCADOS EN SU ACTUAR Y SEGUNDO, ACEPTAR AQUELLA PERSONA QUE GUIARA EL DESTINO DE NUESTRA PATRIA Y TAMBIEN, CON SEGURIDAD, ACEPTAR QUE VAMOS A TENER LO QUE NOS MERECEMOS POR NO SER «UNO EN CRISTO JESUS».

    HUMILDEMENTE LE DOY GRACIAS POR PERMITIRME MANIFESTAR LO QUE MI CORAZON SIENTE.

    ISABEL FLIES STEFFENS

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  2. Estimado Luis Pino
    Me parece excelente el post, muy acertado
    pero en relación al mismo tema quisiera compartirle algo, tienes algún e-mail donde enviarlo? es un video
    saludos grandes!
    Mónica H.

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  3. Saludos Luis! Me gustó tu articulo porque no se enfoca en una crítica personal contra las candidatas y sus partidos sino que da vuelta la conversación y nos permite mirar hacia adentro y estar conscientes del verdadero escándalo detrás de los últimos acontecimientos. Personalmente no tengo problema, hasta me alegro, si podemos decirle a Matthei «hermanita» (aún cuando le falta bautizarse y dar su diezmo frente a las cámaras, ja) Con lo que si tengo problema, y tu lo has identificado muy bien, es la teología paupérrima de ese pequeño grupo de «líderes» evangélicos que creen que están autorizados para usar la iglesia como bloque político para negociar intereses tan absurdos (absolutamente desalineados con las escrituras y la misión) como «el día de la iglesia evangelica.» Por otra parte, decirle a la gente por quien deben votar es evidencia de que en algunas iglesias no corren el riesgo de enseñar a pensar y hacerse preguntas sino solamente a hacer lo que desde la plataforma se les dice. Además, usar el púlpito así me parece un «atajo» de pastores flojos, un acto de coerción horrible, peor aún, un acto de segregación violento que marca una linea divisoria entre aquellos miembros de sus iglesias que tienen opiniones diferentes. Este es el verdadero problema. Una iglesia dividida no podrá hacer nada por un país dividido. Piensan que «construyen» el Reino de Dios pero en vez de eso se oponen al Reino cuando con estas torpes, inútiles lealtades traen profunda división en el cuerpo de Cristo. Mientras mas dividida este la iglesia, cualquiera sea el motivo, mas lejos estaremos de la voluntad de Dios y seguiremos siendo incoherentes al mensaje de reconciliación y unidad que es central del evangelio.

    Gracias Luis por plantear otra mirada!

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